Pablo Torres, Gerente General de Torres y Torres
Pablo Torres, Gerente General de Torres y Torres

Con 21 años de edad, Pablo Torres se vio en la necesidad de contar con su propio dinero para solventar los gastos de su casa y pagar sus estudios de Ingeniería Electrónica en la Universidad Politécnica. Fue la misma necesidad que lo impulsó a montar su propio emprendimiento  de agenciamiento aduanero: Torres y Torres, Operadores Logísticos de Comercio Exterior.

Pablo Torres, Gerente General de Torres y Torres
Pablo Torres, Gerente General de Torres y Torres

Su papá trabajaba como  funcionario de la aduana, y este lo recomendó a un amigo que hacía agenciamiento aduanero y con cero experiencia empezó como auxiliar en el puerto. Paralelamente a su trabajo, decidió estudiar por dos años Comercio Exterior, además de coger cursos en la Escuela de Aduanas para perfeccionarse en su trabajo.

Con el tiempo consiguió sus propios encargos que hacía desde su casa, en lo que actualmente es el edifico matriz de Torres y Torres, ubicado en las calles Rosendo Avilés #1318 y Antepara. Cuando sus clientes aumentaron, le pidió ayuda a su hermano gemelo, Pedro, y de esta forma empezaron a avanzar juntos. En 1988 -ya habiendo renunciado a su primer trabajo y con siete personas a su cargo- Pablo construyó oficinas en la sala y el comedor de su casa.

Mientras el negocio iba creciendo se dio cuenta que necesitaba más espacio, así que su familia se mudó y terminó de construir en el edificio de  tres pisos las oficinas que necesitaba. “Al inicio mi mamá se oponía, porque decía que éramos pocos, pero yo le dije que la empresa iba a ser mucho más grande y necesitábamos el espacio, así que aceptó”. Con esta ampliación pudo contratar más personal.

Pablo considera que una de las claves del crecimiento de Torres y Torres fue que él estudió Ingeniería Electrónica, una carrera que aún no había sido explotada en el país. Sabía cómo crear programas que agilitaran su trabajo, superando incluso a la misma Aduana del Ecuador.

Logo de Torres y Torres
Logo de Torres y Torres

“Me di cuenta de que el trato al cliente en la Aduana no era bueno”, asegura Pablo y agrega: “El cliente tenía la necesidad de contratar a un agente aduanero para realizar las exportaciones e importaciones. Por eso los trabajadores se aprovechaban y la mayoría mentía mucho, y como el cliente no tenía más información que la que daba el agente de aduana, lo creía”. El emprendedor sabía que tenía que hacer las cosas diferentes. Él, junto a su hermano, iban corrigiendo lo malo que veían para brindar un mejor servicio.

En 1995 Pablo tomó la decisión de formalizar y conformó: Torres y Torres, convirtiéndose en la primera compañía que formalizó este trabajo en Guayaquil, porque hasta entonces se había manejado a través de personas naturales.

Cuenta que un gran impedimento, al inicio, fue que muchas personas suelen no creer en los jóvenes. Tenía clientes que le decían que jugaba a trabajar. “Era desmoralizante escucharlos decir eso, por tener 23 ó 25 años. Nos tocó creer en nosotros mismos, al igual que nuestro equipo, motivo por el cual aún hay personas que siguen trabajando y tienen como 16 ó 17 años en la empresa”.

 

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