Si va a empezar un emprendimiento, ¿se ha preguntado quiénes podrían ser sus socios? Piense por un momento en eso. ¿Ya se le ocurrieron algunos nombres? Una advertencia: si son sus amigos, descártelos. Aunque le suene muy radical el comportamiento, la elección de un amigo como socio casi nunca es la mejor idea. Recuerde que “el modelo de negocios se modifica, los números se recalculan, el capital se consigue; pero los socios funcionan o no”.
Esa frase la escribió el director del IDE Business School, Gabriel Robayo, en la última edición de la revista institucional de la Cámara de Comercio de Guayaquil. En un artículo titulado “Cinco razones por las cuales no debe elegir un amigo como socio”, el experto sostiene que “un socio es mucho más que un colega de trabajo, es quien nos ayudará a lograr una gestión más eficiente, es con quien repartiremos responsabilidades y compartiremos el riesgo”.
Los cinco motivos por los que Robayo opina que no se debe elegir a un amigo como socio son estos:
- “La sola condición de amistad no garantiza que el negocio vaya a prosperar”. El director del IDE explica que es importante tener confianza en los socios, pero que un negocio requiere conocimiento del mercado, cumplimiento de responsabilidades en tiempos definidos. “Si su amigo es de confianza, pero no conoce el negocio, usted perderá amigo y negocio”, sentencia Robayo.
- “La amistad puede interferir en los protocolos de jerarquía”. El autor del artículo recuerda que es importante las personas ocupan roles en una empresa: gerentes, vicepresidentes, presidentes… Entonces, a pesar de que en sesiones de directorio dos socios sean iguales, en el día a día hay una relación de subordinación que debe ser respetada. Es común, explica Robayo, que un amigo consciente o inconscientemente desautorice o desafíe la autoridad de un socio.
- “La amistad distorsiona los motivadores adecuados”. Robayo dice que es común entre amigos tener ciertos privilegios, lo que distorsiona las relaciones laborales, pues se condicionan a situaciones extra empresariales que, para los demás accionistas, resultarían inexplicables.
- “La amistad puede influir en el resultado esperado”. Ocurre que a veces los amigos piensan que su condición de socios les otorga iguales condiciones dentro de un negocio y subestiman el aporte de otros en términos de capital, redes de contactos o know how. En consecuencia, esperan recibir la misma utilidad que los otros o trabajar menos para compensar.
- “La amistad hace que los límites se atenúen”. Es común, sostiene el director del IDE, que los amigos que se vuelven socios intimen menos para que esto no incida en las decisiones empresariales. O al contrario, que en los espacios de intimidad empiecen a aparecer conversaciones empresariales. Entonces, “se lleva la amistad a la empresa o la empresa a la casa y ninguno de esos dos escenarios funciona”, explica Robayo.