Los mejores líderes del futuro serán aquellos que no solo guiarán a su grupo en momentos de prosperidad, sino que también lo harán en las peores crisis y manejando adecuadamente los conflictos. Aunque esto último parezca una labor bastante difícil de llevar, es necesario para llegar al éxito de lo que nos propongamos.
Así lo afirma también Travis Bradberry, del medio digital INC., quien menciona que la manera cómo manejas un conflicto determina la cantidad de confianza, respeto y empatía que tienes con tu equipo, lo que a su vez se traduce en un mayor éxito laboral.
Por esta razón, Bradberry enlistó cinco secretos indispensables para manejar los conflictos. A continuación te los presentamos.
5 secretos para manejar los conflictos
Normalmente, un conflicto suele reducirse a conversaciones cruciales en donde las emociones son fuertes y las opiniones difieren. Sin embargo, según Bradberry, solo se podrá dominar este tipo de conversaciones si el individuo tiene un alto grado de inteligencia emocional (EQ).
Este término, según Daniel Goleman, experto en inteligencia emocional, se refiere a la capacidad para reconocer sentimientos en uno mismo y en otros, y ser hábil para gestionarlos al momento de relacionarse con los demás.
Aunque esta capacidad está más desarrollada en unos que en otros, sí es posible mejorarla, y una forma que facilitará afrontar esta problemática se reduce en corregir los siguientes errores comunes:
1. Ser ‘brutalmente’ honesto. Es verdad que existen situaciones o personas que sacan de quicio hasta al más tranquilo, y aunque creamos que dicha persona se merezca conocer sus ‘verdades’, esta salida no es la más óptima. Una primera cosa que hay que comprender es que en estas situaciones lo ideal es mantener la armonía. Y lo segundo, es que no debemos confundir nuestra honestidad con nuestra reacción poco profesional al momento de decirla. Decir la verdad está bien, lo malo es cómo se lo transmitimos.
2. Transmitir ‘robóticamente’ tus sentimientos. Con este punto, Bradberry se refiere a uno de los errores que más cometemos cuando estamos molestos: decimos nuestros sentimientos o nuestras conclusiones antes de plantear los hechos. Los seres humanos no somos robots en donde no importa que nuestros sentimientos sean heridos; por el contrario, nos sentimos afectados por cualquier inconveniente que involucre emociones, lo que reduce la capacidad del cerebro para lidiar conversaciones cruciales. Por eso, antes de decirle a tal persona cómo te sientes, dile qué te molesta y trata de no involucrar tus sentimientos, porque a la larga puede afectar las reacciones del otro.
3. Defender tu punto de vista. Si bien desde pequeños nos han enseñado a defender nuestro punto de vista, no hay que confundir entre ‘defenderla’ y ‘actuar a la defensiva’. Según Bradberry, nuestros cerebros están creados para evaluar las amenazas, pero cuando dejamos que la sensación de ser amenazados afecte nuestro comportamiento, las cosas nunca terminarán bien. Por eso, lo importante en todo esto es saber escuchar. ¿Por qué? En palabras de Dean Rusk, el exsecretario de los Estados Unidos: “La mejor manera de persuadir a los demás es escuchándolos”. Mientras los otros se sienten comprendidos, se volverán más abiertos a que te escuchen.
4. Culpar a otros por tu situación. Nuestra naturaleza hace que al sentirnos amenazados por cualquier situación, amplifiquemos nuestras emociones negativas y culpemos a otros por nuestros problemas. Así funcionamos, pero no debemos permitir que eso se apodere de nosotros, puesto que la mitad de la culpa realmente es de nosotros. “Una persona no podrá manejar los conflictos hasta que reconozca el papel que ha jugado en la creación de sus problemas”, dice Bradberry.
5. Preocuparse de los riesgos de hablar. Por el contrario de las situaciones antes planteadas, callarse tampoco ayuda a manejar los conflictos. Hay personas a quienes les da pavor afrontar conversaciones cruciales, y por lo tanto, no dicen nada al respecto y no solucionan nada. “Aquellos que constantemente hablan no son necesariamente más valiente, sino simplemente más precisos”, concluyó una investigación de VitalSmarts. Y en ese contexto, la manera más rápida de motivarse es simplemente articular los costos de no hablar: 1) revisar lo que probablemente suceda si no se habla. 2) reflexionar sobre lo que podría suceder si se habla y las cosas van bien. 3) considerar lo que puede suceder si la conversación va mal.