El estudiante de la Universidad de Loughborough (Reino Unido) William Broadway de 22 años ha creado algo que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría llegar a salvar 1,5 millones de vidas cada año. El invento se llama «Isobar» y es un refrigerador de vacunas tan pequeño que lo puedes cargar a modo de mochila.
Su proyecto de final de carrera le valió el galardón de uno de los premios de tecnología más prestigiosos del mundo, el James Dyson 2016, que organiza la Fundación James Dyson para animar a jóvenes diseñadores a solucionar problemas cotidianos, distinguiendo su creatividad e ingenio.
Su invento no es especialmente complejo, pero gracias a su enfoque práctico podría solucionar un problema que causa miles de muertes al año: el riesgo de que las vacunas no lleguen a tiempo en los países en vías de desarrollo.
¿Cómo funciona?
«Calientas el dispositivo durante una hora para cargarlo. Tiene una mezcla de agua y amoníaco, y el amoníaco se evapora primero. Retienes el amoníaco (el cual permanece atrapado en la parte superior del recipiente), y cuando le das la vuelta al dispositivo, éste se reevapora en el agua«, dijo Broadway.
De esa forma, cuando las sustancias se mezclan de nuevo, obtenemos el efecto refrigerante. Este refrigerador de vacunas es capaz de mantener esa temperatura de forma constante durante 30 días seguidos.
¿Cómo surgió la idea?
Broadway tuvo la ocurrencia durante un viaje de surf en México.
«Estaba practicando surf en México durante un viaje de cinco días y teníamos 13 kilos de hielo. Y pensé: esto es estúpido, tenemos quemadores de propano. ¿Existe alguna forma de que podamos utilizar esa energía de la manera adecuada?», recordó el joven inventor.
«Entonces analicé los métodos de refrigeración antiguos y di con uno muy brillante que utilizaban los agricultores rurales sin acceso a electricidad. Y tomé la idea de ahí».