El marketing y la política son temas que deben tocarse con cierta cautela. En ocasiones se piensa que no deberían mezclarse; sin embargo, sucede todos los días y esto es la mercadotecnia política.
Hoy la crisis de los partidos políticos y gobernantes está ligada a un cambio de civilización en la que se han destruido los intermediarios entre el gobernante y el gobernado. Hoy una persona común y corriente puede expresar su opinión a cualquier político sin mayor problema, pues con solo prender Twitter o Facebook se puede llegar a un candidato y transmitir molestia, preocupación o satisfacción.
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Los gobiernos prefieren de manera casi sistémica crear caminos lo más genérico posible para un país. Esto obedece a la eficiencia de mensajes, es mucho más sencillo hablar a todos los ecuatorianos que atender a cada nicho de mercado.
El futuro de la mercadotecnia política requiere de personalización casi infinita de los mensajes. Cada gobernado tiene necesidades propias. «El asunto es de suma digitalización, es esta la plataforma ideal para hacer llegar mensajes de alta especialización. Pero no solo se trata de generación de mensajes, cada vez más el uso de big data y modelos productivos dicta las estrategias de marketing político», dice el columnista Álvaro Rattinger del portal web Merca2.0
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El uso de carteleras digitales será la norma en las próximas elecciones de la región, afirma Rattinger. El nivel de sofisticación hará que los equipos de marketing político incluyan fórmulas de matemáticos y equipo de cómputo para medir la aceptación.
Se hace evidente que en el cercano futuro las estrategias de política programática sean la norma. Es decir, cada mensaje se ajustará al contexto e intereses del votante potencial. «La tecnología existe solo falta la implementación. El secreto estará en la configuración de la campaña de marketing político de tal manera que las ideas no se contrapongan», agrega Rattinger.