A los 8 años simuló una empresa de lavado de carros con sus vecinos y en el colegio vendía casetes de música con la etiqueta ‘Producciones Jarrín International’. Con ello, Rómulo Jarrín confiesa que desde pequeño quiso ser su propio jefe y el 7 de abril de 2001 lo consiguió, al emprender Pizza Adicta junto a su amigo de la universidad, Andrés Palma.
Luego de tener algunas experiencias laborales en la universidad, que representaron el “empujón final” para descubrir que no estaba hecho para seguir órdenes, Jarrín inició una investigación de mercado con su socio Palma, que los llevó a decidirse por el negocio de la pizzería.
Los siguientes meses los dedicaron a buscar la ubicación perfecta para su primer local, que se instaló en la ciudadela La Saibaal sur de Guayaquil, y mantienen hasta la actualidad junto a otro en Urdesa y Samborondón.
En aquellos meses, los emprendedores debieron crear las combinaciones adecuadas de ingredientes para cada tipo de pizza.
“Sabía cómo era una buena pizza, sabía de sabores, olores, presentaciones… Soy un fanático de la pizza… Tenía un paladar entrenado”, cuenta. Sin embargo, tras contratar a un cocinero especializado en esa área, descubrió que sus conocimientos no eran suficientes, ya que las combinaciones de cada pizza varían según el tamaño e ingredientes que pide el cliente: “Ese trabajito me costó 30 libras de sobrepeso”, expresa riéndose.
A pesar de los 7 mil dólares de presupuesto inicial que significó Pizza Adicta para los emprendedores, Jarrín declara que “luego vino la satisfacción de la gente”, a quien se preocupa de complacer no solo por el paladar, sino también a través del servicio al cliente, “nos adaptamos a lo que el cliente propone”, y no al revés.
El servicio al cliente es una de las claves para sobrevivir en el mundo empresarial –según Jarrín- pero no es la única. Agrega que es importante sentir pasión por el negocio a emprender, e investigar al respecto con antelación; “nunca vas a saber si te va a ir bien o mal si no te lanzas, o si solo escuchas a las personas que te dicen cosas negativas”.
Actualmente, el negocio en conjunto con Palma produce ganancias hasta 80 mil dólares mensuales, pero Pizza Adicta no es su único emprendimiento, ya que Jarrín también es propietario de otros restaurantes de siguen la misma línea de “éxito empresarial”: Koneate, que ofrece pizza en cono, y Los Arrocitos, que tiene diferentes presentaciones de arroz y fundó junto a su otro amigo, Christian Broos.