En una crisis siempre hay oportunidades, esta es la historia de un emprendimiento que tuvo sus raíces en una estafa.
Agustín Nastasia, dirigió una agencia de marketing especializada en soluciones digitales.
Durante el 2020, su trabajo explotó, le aumentaron las consultas y los contratos; asistió a pequeñas y grandes empresas que buscaban optimizar su presencia en Internet, ya sea dando sus primeros pasos digitales o bien, aumentando su actividad en la web.
Empezó a tener fuerte presencia en España y Colombia, como también en el resto de Latinoamérica. También, gestionó y diseñó estrategias para las empresas argentinas que quieren ofrecer sus productos o servicios en otros países.
La pandemia dejó en claro que para vender hay que estar en la web, pero no de cualquier forma: es necesario tener una estrategia. Sin una directriz clara y objetivos definidos, se puede perder mucho dinero invirtiendo en Internet.
Nastasia de 25 años y a dos finales de recibirse de arquitecto, pero su vida laboral comenzó hace muchos años.
A los 12 años compraba y vendía por Mercado Libre y, en su adolescencia, como muchos chicos de aquella época, aprendió a programar en forma autodidacta.
Así fue dando sus primeros pasos hasta que, a los 14, tuvo una web de descargas de libros para tablets, en formato ePUB, que se posicionó como la más conocida del rubro en España y Latinoamérica.
Estafas comunes en negocios
El nacimiento de su empresa se lo debe a un disgusto o, mejor dicho, a una estafa.
Uno de esos gigantes del rubro, el que promete “Hacemos todo por vos” y asegura que “Nuestro negocio es hacer crecer el tuyo”, lo engañó vilmente.
A los 18 años empezó a trabajar en una imprenta como cadete y diseñador.
Al poco tiempo, le propuso a su jefe hacer publicidad en Google. Corría el año 2013 y eran los únicos en el rubro que hacían publicidad de ese tipo en el país. Por suerte, tuvo un jefe muy receptivo que confió en él y apoyó su iniciativa.
Al poco tiempo, se volvió experto en configuración de campañas. No tardaron en duplicar la facturación de la imprenta y lo ascendieron a gerente de ventas.
Un día llegó a verlo una gestora de ventas de una empresa muy grande de marketing, subsidiaria de una telefónica, para contarme los servicios que ofrecían.
Antes de despedirla, le pidió si le podía firmar un vale por la visita. Lo firmó y al mes siguiente, junto con la factura de teléfono e Internet, empezó a llegar un cargo fijo, bastante caro, por un servicio que no tenía ni había contratado.
Después de investigar descubrió que era un cargo de este gigante con pies de barro que, junto con eso, obligaba a tener una relación irrevocable por 6 meses. Lo peor de todo es que decían que él había firmado un contrato. Sí, adivinaron, era el «vale» que él había firmado antes de despedirse.
Presentó una denuncia en defensa al consumidor y el contrato se revocó, pero quedó bastante marcado y herido por esa estafa, se sentía un idiota.
De una estafa al surgimiento de un negocio
Se le cruzó por la cabeza que no tenía demasiado sentido recurrir a esa artimaña con algo que él tenía la certeza de que funcionaba y muy bien.
Así que se puse a revisar a todos los clientes disconformes de esa empresa (cientos) y los empezó a llamar uno por uno para ofrecerles algo distinto.
Empezó a tener buena clientela, armó la estructura de su agencia (en ese momento era él solo) y empezó a invertir sus ahorros en hacer publicidad en Google, en comprar sistemas para ofrecerlos a un precio muy económico y poder resolverlo con buena calidad y en poco tiempo.
A dinero de hoy, invirtió unos 50 mil pesos. Fue reinvirtiendo hasta poder incorporar gente al equipo.
Si algo aprendió desde aquella estafa es que hay mucho por hacer. Existe un mercado de consumidores cansados de quedar atrapados en servicios engañosos.
Los clientes necesitan relaciones comerciales honestas, transparencia en los precios, cumplimiento de plazos y un seguimiento real de sus necesidades.
Fuente: emprendedores news