La era digital ha favorecido a muchos emprendimientos, pero también ha afectado a otros. Un buen ejemplo sobre empresas afectadas por el cambio de paradigma es la legendaria marca fotográfica Kodak, que se declaró hoy en suspensión de pagos, incapaz de sacar provecho de la invención de la cámara digital por miedo a destruir su principal negocio: la venta de película tradicional.
Con casi 130 años de historia en su haber, la compañía con sede en Nueva York pidió este jueves acogerse al Capítulo 11 de la Ley de Bancarrotas de Estados Unidos, con el objetivo de reestructurar su negocio y tratar así de mirar al futuro, donde vislumbra algo de esperanza en la venta de impresoras como nueva forma de emprendimiento.
El presidente y consejero delegado de la firma, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias española EFE, aseguró que Kodak está dando un paso para comenzar una transformación, para lo cual ha salido “de manera eficiente” de algunas de sus operaciones tradicionales.
El término eficiente se pone a prueba en el contexto de Kodak: desde 2003 ha cerrado más de una decena de plantas, un centenar de laboratorios y ha despedido a casi 50.000 empleados. Y es que con unos activos de 5.100 millones de dólares y una deuda que asciende a 6.800 millones, la compañía fundada por George Eastman se ha visto obligada a declararse en quiebra voluntaria después de haber anotado tres ejercicios fiscales consecutivos de pérdidas.
Para hacerse una idea del dinero perdido por Kodak basta con decir que en noviembre pasado, la firma reveló que registró unas pérdidas de 647 millones de dólares en los primeros nueve meses de 2011, siete veces más que en el mismo periodo de 2010.
Con el proceso de reestructuración que comienza, con la ayuda de un acuerdo crediticio de 950 millones de dólares con Citigroup, Kodak tratará de reforzar su liquidez, vender sus más de mil patentes tecnológicas y concentrarse en sus negocios más competitivos, como el de la venta de impresoras.
