Una de las anécdotas que enorgullecen a Juan José Jaramillo, de 23 años, es la que cuenta cómo uno de los trabajos hechos a través de su emprendimiento, la oficina de arquitectura JARQ, fue mostrado por el presidente Rafael Correa durante una de sus cadenas sabatinas. Se trataba de un modelado en tercera dimensión que exponía, conceptualmente, cómo será el puente peatonal que conectará a Durán con la Isla Santay. Aunque el diseño no era suyo, sino solamente el modelado y la animación digital, Juan José está consciente de que, quizás sin saberlo, el presidente de Ecuador y todos los que sintonizaron esa cadena han visto algo hecho por el emprendimiento que él fundó hace exactamente un año.
Pero decir que todo lo que esta propuesta enfocada en la arquitectura está consiguiendo ha sido logrado por Juan José es faltar a la realidad: su compañero de universidad Félix Jaime, de 22 años, ha trabajado junto a él todo el tiempo. Ellos dos son el corazón y el espíritu de cuerpo de JARQ, un emprendimiento que tiene su cuartel general en el patio de la casa de Juan José, en un pequeño espacio que adaptó como una oficina “con todas las de ley”.
La historia de JARQ comenzó cuando estos dos egresados de Arquitectura cursaban el último semestre en la Universidad Católica de Guayaquil y Juan José se dio cuenta de que si quería tener tiempo para hacer su tesis de graduación iba a tener que convertirse en su propio jefe. Después de colaborar en proyectos de otros, este joven emprendedor invitó a dos de sus amigos a formar algo independiente de las grandes constructoras, pero solo uno de ellos se quedó: el ya mencionado Félix Jaime.
Juan José y Félix se juntaron no solo para unir esfuerzos, sino también para afinar conceptos. Así definieron que lo que en JARQ pretenden es instaurar una nueva forma de diseñar inmuebles en la ciudad, teniendo a la sostenibilidad como bandera. Juan José explica que tomaron esta idea de su preparación académica, de profesores a los que ya ni siquiera tenían que preguntarles si los problemas que les planteaban como tarea tenían que ser resueltos de manera sostenible, porque esa era la norma para cualquier situación.
Sin embargo, para poder llegar a diseñar casas o edificios con sus ideas de sostenibilidad, explican, tienen que cumplir con el “trabajo sucio”, aceptando pequeñas encomiendas de otras empresas, ofreciendo sus servicios para proyectos que bien pueden estar divorciados de su manera de ver la arquitectura. Así pretenden ganar capital, seguir haciéndose espacio en el mercado, para luego poder imponer sus conceptos.
Es un proceso, dice Juan José, confiado de que el momento llegará, porque hasta ahora ha avanzando con viento en popa: sus primeros trabajos eran solo para dibujar planos, luego para modelar en computadora y ahora ya han asumido responsabilidades mayores, como diseñar una casa en la playa y hasta un muelle en el Guasmo Norte, en Guayaquil.
