Joseph Woodland, uno de los creadores del código de barras, murió ayer en Nueva Jersey a los 91 años. Y como el sistema que ayudó a desarrollar cambió el mundo de las empresas de distribución, en El Emprendedor queremos hacerle un pequeño homenaje redactando un artículo sobre él y su obra, que se erige como uno de los trámites en Ecuador más relevantes para comenzar una cadena de distribución masiva y sistematizada.
Woodland fue un ingeniero mecánico que obtuvo una discreta fama cuando patentó en 1952 un sistema de líneas estrecha y anchas que codifican información que debe ser interpretada por un lector óptico. Ese sistema, que creó junto a un compañero de clase llamado Bernard Silver, fue bautizado como código de barras. Y aunque no tuvo un impacto inmediato sobre los negocios de la época, revolucionó desde los años 70 la forma en que las compañías almacenan y distribuyen productos.
La historia del código de barras comenzó, según el diario The New York Times, cuando el dueño de unos grandes almacenes acudió en 1948 al decano del Instituto Tecnológico Drexler, en Filadelfia, para pedirle que desarrollara un sistema de codificar datos de productos. El decano rechazó la idea, pero Bernard Silver, quien estudiaba ahí, escuchó la conversación y convenció a Woodland, su compañero de cuarto, que trabajaran en el proyecto.
El emprendedor recientemente fallecido conocía el código Morse e ideó un sistema que cambiaba los puntos y líneas del Morse por rayas de diferentes grosores. En 1952, Woodland y Silver patentaron la idea y la vendieron por 15.000 dólares, pero el invento no pudo aplicarse todavía porque requería un escáner con una enorme lámpara de 500 vatios de potencia. Hubo que esperar al desarrollo de la tecnología de lectura óptica por rayo láser y los microprocesadores.
Según la agencia EFE, Woodland pasó a trabajar en IBM, donde uno de sus colegas acabó desarrollando a comienzos de los años 70 el cuadrado blanco con líneas negras que terminó siendo adoptado como el estándar de la distribución en 1973.