Ileana Miranda nunca pensó que diseñar zapatos, esa actividad que hacía por puro placer, se convertiría en el eje cardinal de su vida. A sus 32 años, con una sonrisa afable y ojos de un verde resplandeciente, es una de las diseñadoras de calzado más reconocidas del país y sus creaciones, bajo la marca IleMirada, se venden no solo en Ecuador, sino también en Estados Unidos y Nueva Zelanda. Su taller, ubicado en Urdesa, emplea a 33 artesanos y tiene una producción que bordea los 2.000 zapatos mensuales para, según una entrevista publicada por la revista Líderes en 2010, generar ventas de cerca de 350.000 dólares al año.
La historia de su emprendimiento comenzó casi once años atrás, cuando acababa la carrera universitaria de Diseño de Interiores. Su pareja de entonces le propuso explotar comercialmente su hobby, aunque en un principio a menor escala. Así fue como contrató a dos artesanos zapateros para que, en un taller improvisado en el patio de la casa de sus padres, se encargaran de llevar a la realidad los diseños que Ile tenía en su cabeza. Los compradores, en su mayoría amigos y conocidos de la familia, no pasaban de seis.
La ruptura sentimental con quien había empezado el negocio la hizo extraviar el rumbo. Ile pasó por momentos de depresión hasta que -por sugerencia de su padre- ingresó a un curso de actitudes personales y emprendimiento. Allí fue donde empezó a cuajar su proyecto de calzado: armó una visión de su negocio, un plan con metas y fechas. “En Ecuador nadie hacía zapatos como los que yo hago hoy en día”, recuerda Ile como su mayor fortaleza y confiesa que sintió miedo porque no conocía nada sobre la creación de una empresa.
Novatadas incluidas, sacó al mercado una marca con su nombre, dedicada a la confección de calzado nada convencional, zapatos de diseñador. Lo logró con la filosofía de prueba y error: investigó con hilos, materiales, técnicas… Tomó en cuenta una serie de aspectos para luego conseguir un producto final. La primera vez que se exhibió una colección de zapatos IleMiranda fue en un desfile que montó en Guayaquil junto a la diseñadora de modas Teresa Valencia, en 2001.
El siguiente paso fue expandirse. Por aquel entonces, el modisto Fabricio Célleri la invitó a exponer en una tienda de Mall del Sol, para luego mudarse juntos a un local mayor en Aventura Plaza. Ile se dio a conocer ampliamente, vinieron los desfiles y después la masificación: firmó con De Pratti para diseñar la línea comercial Ella me quiso, aprendió a vender al por mayor y abrió un local en San Marino, en funcionamiento hasta ahora.
Para 2007, Ile estaba cómoda con su actividad, lo que le generó una nueva pregunta: ¿cuál era el siguiente paso de su emprendimiento? La respuesta la encontró en Nueva York. Viajó a Estados Unidos y en una maleta empacó algunos de sus mejores diseños. Sin padrinos en la Gran Manzana, empezó a tocar puertas de una esquina a otra. “En una boutique me dijeron que mi producto era muy caro, pero en otra se sorprendieron por la calidad en relación al precio”, explica Ile, quien logró introducir sus zapatos en el circuito extranjero gracias a que tiene también un representante en Nueva Zelanda.
El año pasado expuso sus calzados en una feria de la Fashion Footwear Associaton of New York y este año tiene pensado hacer crecer su marca en el extranjero. ¿Cómo? “Igual que aquí, lograr presencia estando expuesta”. Su emprendimiento pisa fuerte, pero pisa con clase, con zapatos de diseñador.