Allá es un lugar. Haya es una conjugación del verbo haber. Y haiga NO existe. ¿Lo tenían claro, verdad? Porque de lo contrario pongan su radar en alerta roja, incluso si son de esos emprendedores que piensan que sus trabajos no tienen nada que ver con la buena ortografía: una investigación encontró que la gramática pobre está relacionada con la incapacidad para alcanzar mejores puestos de trabajo. O al menos, eso ocurre con el idioma inglés, en Estados Unidos.
Brad Hoover, CEO de la web Grammarly, dedicada a vender correcciones ortográficas, publicó en un blog de Harvard los principales resultados de una investigación llevada a cabo por su empresa, en la que analizó los perfiles en LinkedIn de 100 trabajadores del sector de bienes de consumo. Llegó a conclusiones dignas de tomar en cuenta:
- Los profesionales con menos errores gramaticales en sus perfiles alcanzaron mejores puestos de trabajo. Aquellos que no habían llegado a puestos directivos en sus primeros 10 años de carrera cometían errores gramaticales 2.5 más veces que aquellos que sí habían alcanzado ese nivel.
- Una menor cantidad de errores estaba relacionada a más ascensos. Profesionales que habían sido ascendidos de 1 a 4 veces en sus primeros 10 años de experiencia cometían 45% más errores que aquellos que habían sido ascendidos de 6 a 9 veces.
- Una menor cantidad de errores estaba asociada con cambios de trabajo más frecuentes. Aquellos que se habían quedado en la misma compañía por más de 10 años cometían un 20% más errores gramaticales que aquellos que han tenido hasta seis trabajos en el mismo periodo.
Aunque Hoover admite que su muestra no es significativa, presume que los resultados podrían mostrar una tendencia, porque sostiene que una buena gramática puede ser indicadora de valores como:
- Atención a los detalles. Las personas que muestran interés por su escritura demuestran credibilidad, profesionalismo y precisión.
- Pensamiento crítico. Saber cómo gramaticalmente se estructura una oración bien escrita es señal de que puedes analizar problemas complejos.
- Aptitud intelectual. Si no entiendes las diferencias entre «hay», «ahí» y «ay» un empleador podría preguntarse qué otras cosas no fuiste capaz de aprender hasta ahora.