¿Han pensado en el proceso de elaboración de los postres que se comen? Roger Cercado (23 años) y Tatiana Rodríguez (20) sí. Y en la respuesta, esta pareja de esposos encontró que en la mayoría de los dulces, que parecen tan delicados, hay de por medio procesos industriales que lesionan a miles de animales todos los días. Por eso, en el día de su primer aniversario de bodas, decidieron comenzar su propio emprendimiento: abrir en Quito una tienda de repostería bajo pedido llamada La gata de chocolate, que tiene como eje cardinal producir dulces en base a los ideales del vegetarianismo y del respeto a los animales.
La propuesta de valor de estos emprendedores es ofrecer postres hechos de manera artesanal con ingredientes orgánicos, que de ninguna manera lesionen sus creencias sobre los derechos de los animales: la leche que emplean, por ejemplo, es conseguida de granjas de devotos krishna, donde ordeñan las vacas sin procesos industriales de por medio. “No manchamos de sangre los dulces”, comenta Roger, quien junto a Tatiana espera satisfacer a un circuito de consumidores específico, que por ahora, según un mapa del vegetarianismo en Ecuador del que disponen, es de más de 5.000 personas.
Aunque en primera instancia su mercado puede parecer reducido, Roger explica que no necesariamente solo se dirige a los vegetarianos. “Como nuestros dulces son ligeros también los pueden buscar personas que quieran mantener la línea”, asegura y comenta que su emprendimiento no tiene como meta lucrarse: el 30% de las ganancias de La gata de chocolate se destinan a proyectos de rescate a animales sin hogar o maltratados.
La idea la venían cocinando desde hace dos años, tiempo en el cual Tatiana –estudiante de respostería y pastelería- ha experimentado sus recetas en su esposo: mousses de chocolate, vainilla o frutas, tiramisús, chesecakes y otros postres han sido los primeros en formar parte del menú, que –por ahora- ofertan a domicilio, bajo pedidos previos. La meta es que, en diciembre, La gata de chocolate expanda sus operaciones a Guayaquil y en un año pueda abrir su primera tienda física en Quito, en el sector de Cumbayá.
Las ventas, hasta ahora, han rebosado las expectativas: Roger esperaba al comienzo un lapso de un mes sin vender, pero en la primera semana del emprendimiento –lo abrieron oficialmente el pasado sábado 22- ya han recibido más de 40 pedidos a nombre de La gata de chocolate, que se llama así en honor a Fisirra, una gata que Roger y Tatiana rescataron en Latacunga y, luego, en un cambio de casa, desapareció.