El miedo es una de las razones por las que procrastinamos (aplazamos) nuestros sueños. La incertidumbre “del mañana” no solo aterra a quienes están dispuestos a montar un negocio, sino a cualquier persona que tenga metas en la vida y las desea cumplir. Pero al creer que no estamos preparados para afrontar ese porvenir, y que más tarde sí lo estaremos, solo estamos dejando nuestros sueños en eso: simplemente sueños.
El portal Business Insider entrevistó a Charles Dughigg, reportero del New York Times y autor del bestseller “El Poder del Hábito: Por qué hacemos lo que hacemos en la vida y los negocios” (en inglés: The Power of Habit: Why we do what we do in life and business).
De la entrevista se obtuvo cuatro formas comprobadas para dejar de procrastinar y empezar a realizar nuestras metas. A continuación te los presentamos.
4 formas para dejar de procrastinar
1. No necesitas fuerza de voluntad. Es necesario construir hábitos. Según Dughigg, la fuerza de voluntad es un recurso limitado porque solo funciona para hacer tres o cuatro cosas al día, por lo que resulta una pésima estrategia si queremos dejar de procrastinar.
En cambio, para mejorar este aspecto es preciso construir mejores hábitos. De hecho, el 40% de las cosas que hacemos todos los días son habituales. Y por eso funcionan. Investigaciones muestran que estamos más productivos cuando automatizamos las tareas y las hacemos habituales. (Leer también: Malos hábitos que perjudican el trabajo).
2. Convierte ese hábito en un «ritual de partida personal». Como dice Dughigg, el «primer paso» es a lo que comúnmente la gente se refiere cuando habla de procrastinar. Por ello, él plantea que una forma de utilizar los hábitos para combatir este aplazamiento es desarrollar una respuesta para comenzar a hacer algo. Y esto tiene sentido, pues a menudo sentimos que algo es imposible hasta que nos ponemos en marcha y descubrimos que en realidad no era tan difícil.
Por ejemplo, puedes obtener un café en la mañana y convertirlo en una señal visceral que signifique que nos estamos poniendo en marcha.
3. Los hábitos más poderosos cambian la forma cómo uno se ve. Dughigg llama a estos súper hábitos «hábitos trapezoidales», por ejemplo, el ejercicio. “Para algunas personas el ejercicio es un buen ejemplo de esto. Según estudios, cuando uno comienza a hacer ejercicios de forma habitual, también empieza a comer más sanamente. Y por ende, uno empieza a sentirse mejor con su cuerpo”.
Como dice este reportero, los super hábitos actúan como una reacción en cadena que cambian la forma de pensar y actuar de las personas.
4. El secreto de los buenos hábitos está en comer chocolate con los amigos. Aunque suene divertido, Dughigg interpreta el chocolate como una forma de recompensa por haber respondido positivamente a esos hábitos. “Las investigaciones muestras que todo hábito tiene tres componentes. Está la señal, que es el disparador para una conducta automática. Luego está la rutina, que es el comportamiento en sí. Y por último, la recompensa. La recompensa es realmente importante porque así es como el cerebro aprende a trabajar sobre un patrón particular y lo vuelve automático”, explica.
Si bien para este reportero el chocolate es su recompensa, él manifiesta que no necesariamente debe ser este producto la recompensa de todos. “Lo importante es que si quieres convertir un comportamiento en un hábito, debes darte algo que lo disfrutes inmediatamente cuando el hábito sea cumplido”.
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