Si piensas que ahorrarás cuando tengas dinero para hacerlo te puedes estar engañando a ti mismo. Es probable que, efectivamente, sea cierto. Pero también es probable que seas como la mayoría y no hayas terminado de entender que el nivel de ingresos tiene poco que ver con el concepto de ahorros. O al menos eso es lo que sostiene la autora mexicana Sofía Macías, quien el año pasado lanzó un libro sobre finanzas personales titulado Pequeño Cerdo Capitalista.
En esta obra, Macías explica cómo cualquiera (emprendedor o no) puede sacarle mejor provecho a sus finanzas, abordando temas básicos como saber ahorrar, invertir y repartir los ingresos. El primer capítulo de la obra está dedicado al ahorro y eso es lo que ocupa este artículo, porque –como dice la Cerda Capitalista- “de veritas todos podemos”. Si el sueldo, quincena tras quincena se te acaba antes de tiempo y te quejas por lo poco que ganas hazte esta pregunta: ¿Recuerdas tu época colegial? Por esos días, el dinero te alcanzaba más que ahora, cuando tienes trabajo e ingresos fijos. Según Macías, esto se da porque:
- Te emocionó ganar tu propio dinero y te sentiste libre de gastarlo.
- Crees que comenzarás a ahorrar cuando tengas dinero para hacerlo.
- Elevas tu nivel de consumos: si antes gastabas cinco dólares en la entrada al cine, ahora gastas en promedio 25, por canguil, nachos, bebidas y, por supuesto, la persona que invites.
- Cuando has tenido un aumento en tus ingresos, has empezado a gastar más. Visualizas el ahorro como un sacrificio, no como una inversión para ti mismo.
- Dejas de priorizas: como tienes dinero, dejas de ser selectivo con lo que compras y te llevas todo lo que puedes. Total, dices, “me lo merezco”.
Después de estos regaños, el libro Pequeño Cerdo Capitalista se pone más práctico y sugiere cuatro “cositas” básicas para empezar a ahorrar desde hoy:
- No lo dejes al último. Una de las causas más comunes del fracaso en el intento de ahorrar es esperar por el dinero que sobra para meterlo al chanchito. Mala estrategia porque, lo habrán notado, nunca sobra. Si no son los pagos diarios, siempre surge una emergencia o, peor, decimos “todavía tengo dinero” y nos damos un gusto innecesario. Lo más efectivo es determinar un monto destinado al ahorro y separarlo del resto desde el principio, al momento de recibir la quincena.
- Hazlo un hábito. Así sean 30 dólares al mes, empieza ya. Saca ese dinero de donde te lo puedas gastar, ponlo en una alcancía o dáselo a alguien, pero no lo toques, no caigas en eso de “lo saco ahorita y luego lo repongo”. Como se trata de formar un hábito, ponte recordatorios de cuándo tienes que hacer el siguiente depósito, mes a mes.
- “Quítamelo, que me lo gasto”. Si te sabes débil, pide ayuda. Puedes pedirle a tu compañía que, mediante descuento por nómina, destinen un segmento de tu sueldo a una cuenta de ahorros. También existen opciones parecidas en los bancos, como los fondos de inversión.
- Ten un cómplice. Autoriza a alguien para que te regañe si no estás cumpliendo con tus cuotas de ahorro. Infórmales de tu progreso, así te sentirás culpable si no eres fiel con tu palabra.