En España, cerca de 200.000 empresas cerraron en 2009. Una de ellas era la de Javier Regueira, un profesor de marketing que –a los treinta y pico de edad- se había jugado la vida en su emprendimiento propio, un restaurante de comida rápida pero natural. Para concretarlo había renunciado a su puesto de directivo en una reconocida agencia española, había invertido todos sus ahorros, esfuerzo y dedicación, pero, tras cuatro años en el ruedo, terminó en la bancarrota. Con la experiencia adquirida se decidió a publicar un libro sobre lo que vivió: un libro sobre el fracaso. Titulado “Game Over: Los trece errores que me llevaron a cerrar mi empresa”, Regueira detalla en él las principales causas del hundimiento de su proyecto.
Los emprendedores de Ecuador que se interesen por sacar adelante sus propios negocios pueden encontrar en el texto de Regueira una guía de qué es lo que no se debe hacer. A continuación presentamos un resumen de los 13 errores detectados por este emprendedor al momento de llevar las riendas de una empresa que nace.
Error 1. Piense en una idea genial y ¡ya tiene su negocio! Como en su momento lo dijo uno de nuetros consultores, Fernando Moncayo, “la idea no vale nada” si no se la pone a prueba. Regueira asegura que tener una idea aparentemente innovadora no tiene demasiado valor, porque “todo, o casi todo, ya está inventado”. El emprendedor sugiere discutir la idea con personas calificadas para desarrollarla y recordar que solo tendrá valor cuando se la ejecute.
Error 2. Contraste la idea con su familia y amigos. El autor cuenta que lo primero que hizo después de haber concebido su proyecto que fracasó fue contárselo a sus amigos, quienes aplaudieron su determinación y le dieron ánimos. El asunto es que ellos, sus amigos, vieron la ilusión en sus ojos y ¿cómo no iban a darle ánimos? Lo ideal en estos casos es “establecer contacto con el máximo número de especialistas en financiación, en planes de negocio y en el sector concreto en el que planea introducirse” y hacerles todas las preguntas que pueda. Ellos dirán, con sustento, si la idea es buena o no tanto.
Error 3. Infrafinancie su proyecto. Un experto en finanzas dijo a Regueira que necesitaría un millón de euros para abrir su primer restaurante. El emprendedor lo consideró exagerado y abrió con 300.000. Fue un gran error: “el único escenario que garantizaría nuestra supervivencia era que el restaurante comenzase a dar beneficios a los seis meses”, cuenta el autor y sugiere a los nuevos emprendedores considerar los costos de permanecer abierto con pérdidas en los primeros meses. Además, explica que la inversión es una necesidad permanente.
Error 4. Escoja a sus socios por su capacidad para soltar dinero. Conocidos como “business angels”, hay que tener cuidado con ellos, los inversores. Regueira los clasifica en tres tipos estableciendo una metáfora con la Divina Comedia de Dante: los Virgilios, quienes tienen una cómoda posición patrimonial y experiencia en emprendimientos o puestos de alta dirección; los Beatrices, quienes sin experiencia entran a un negocio por corazonadas; y los Dantes, quienes se enrolan por amistad. Regueira sugiere rodearse de Virgilios, socios profesionales que aporten conocimientos o contactos que el emprendedor no posea.
Error 5. Láncese al mercado más grande, así tendrá más clientes. El autor de “Game Over” explica que lanzarse al mercado más grande no le garantizará a un emprendedor atraer más clientes si tiene que satisfacer una necesidad que no existe, o que existe, pero ya hay una multitud de ofertas destinadas a cubrirla. “El valor no es un término absoluto, sino que depende del contexto en el que competimos”, reflexiona Regueira.
Error 6. Las ventas son el presente. La contabilidad solo es el pasado. La obsesión por vender no puede convertirse en una distracción para controlar la caja. La contabilidad necesita un grado de control que no es, necesariamente, el que tiene un máster contable, sino alguien que puede seguir tres recomendaciones básicas: llevar previsiones de ingresos y gastos, controlar continuamente el cumplimiento de las previsiones y ser capaz de detectar desviaciones de capital.
Error 7. No contrate a nadie si usted puede hacer su trabajo. Regueira cuenta que intentó acaparar todas las funciones que pudo al mando de su restaurante. Finalmente, las exigencias lo superaron y sin una estructura eficiente de recursos humanos sus clientes pagaron las consecuencias, provocando que el proyecto se desmoronara. “Escatimar su gasto de personal y acaparar trabajo en un intento de reducir costes es un error”, explica el emprendedor y sugiere encontrar otras formas de ahorrar.
Error 8. Al comunicar su oferta, sea creativo y sofisticado. Todo el esfuerzo debe estar comprometido con el producto, no con la publicidad que se haga sobre él. Finalmente, cuando haya decidido que va a hacer una campaña, elija la simpleza como eje: las ideas simples son las mejor dotadas para habitar en nuestra memoria.
Error 9. Concentre su esfuerzo en captar nuevos clientes en lugar de retener a los que ya tiene. En este punto, el autor plantea repensar objetivos: ¿es mejor invertir en publicidad para no clientes o es mejor invertir en incentivos para los clientes reales? Lo mejor es “invertir en el cliente”, una forma de demostrarle a sus compradores que está dispuesto a ganarse su confianza, lo que podría significar recomendaciones boca a boca, o sea, publicidad más eficiente.
Error 10. Un negocio y una empresa son lo mismo. El crecimiento no puede ser mayor a la capacidad de un emprendimiento. Los grandes quiebres se producen mayoritariamente en momentos de grandes cambios, por lo que es más seguro y preferible crecer un 10% anual durante cinco años, y seguir vivo transcurrido ese tiempo, a perseguir un 50% de crecimiento desgastándose en el camino hasta comprometer su futuro.
Error 11. Sea un elefante en lugar de un pez. La mejor estrategia para sortear una crisis es hacerse tan pequeño como sea posible, por lo que llegado el momento de tomar una decisión clave es mejor ser un pez que un elefante. Por ende, no se aventure a expandirse si las condiciones no son favorables: mejor redúzcase para sobrevivir.
Error 12. Sea positivo e ignore el riesgo de fracasar. No se puede confundir estar ilusionado con ser un iluso. Como dicta la Ley de Murphy, “si algo puede ir mal, irá mal”, así que si en un negocio se dejan cabos sueltos siempre existe la posibilidad de que estos nos golpeen el rostro. Dedique tiempo a planificar qué hará en caso de que tenga que cesar su actividad, tenga contemplada cuál será la manera más airosa posible de hacerlo.
Error 13. Siga adelante aunque haya perdido la ilusión. Steve Jobs, en su famoso discurso en Stanford, dijo que hay que sentirse satisfechos con lo que se hace. Es cierto. Recuerde que ningún negocio es tan importante o imprescindible como para justificar el sufrimiento personal de modo continuado. Por ende, si está sufriendo, corte por lo sano cuanto antes.
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