Para el economista belga y emprendedor Gunter Pauli (Antwerp, 1956) la economía puede dividirse en colores. Rojo: El modelo capitalista, tradicional, basado en el consumismo que ha abierto una deuda insostenible no solo con el medio ambiente, sino con el mundo entero. Verde: El modelo ecologista que trata de preservar el medio ambiente a costa de grandes inversiones, detalle que lo vuelve inviable. Y Azul: Su propuesta, sostenible, aprovechadora de todos los recursos de un ecosistema y enfocada en generar riqueza emulando el modelo de la naturaleza, donde nada se desperdicia, donde los desechos de un animal son el alimento de otros.
Pauli, acuñador del concepto de la Economía Azul, visitó la Universidad Casa Grande de Guayaquil para explicar los principales enunciados de su teoría. En una entrevista con ElEmprendedor.ec, el economista destacó ideas como que la crisis mundial fomenta el cambio de paradigma económico, que la modificación de sistema educativo es necesaria para volver el ecosistema empresarial sostenible y que en Ecuador “estamos en camino” para el cambio.
La economía azul se interesa en aprovechar todos los elementos del ecosistema de un negocio, pero ¿esto es aplicable en cualquier campo empresarial? ¿Cómo aplicaríamos el concepto en el área del desarrollo de software, por ejemplo?
Voy a dar un caso concreto de software. Hoy en día lo que come más banda ancha son las imágenes 3D, porque el algoritmo del 3D es mucho más complicado que el del 2D. Por eso nosotros tenemos que pensar cómo pudiéramos hacer, con la misma banda ancha, las cosas mejor. Una nueva fórmula es la respuesta, un nuevo algoritmo que ya está publicado en internet y que permite convertir esas imágenes de 200 ó 300 MB en 4KB. Con esto quiero decir que en todos los sectores podemos aplicar el concepto de la economía azul: hacer más con lo que se tiene.
Básicamente aprovecharlo todo…
Exacto. Es importante que la filosofía azul de responder las necesidades con lo que se tienes se aplique a todo, sin excepciones.
¿Esta forma de pensar puede dificultarse en el contexto de la crisis, o quizás es lo contrario?
Es mucho mejor. Las crisis permiten a la gente cambiar de opinión: la gente solo deja de fumar cuando se da cuenta de que tiene cáncer. Aunque nosotros deberíamos cambiar porque hay una visión o una gran oportunidad; esa es la diferencia, hoy en día el ser humano ha cambiado porque está en crisis, en una crisis grave. En este caso yo digo ‘qué bien que la crisis haya llegado a Europa, porque sin ella los europeos van a seguir haciendo las cosas como las hacen’.
Pues no solo de crisis, se necesitará también de un cambio en el sistema educativo…
El sistema educativo va a cambiar, pero no lo suficientemente rápido. Este es un ejemplo que ya he dado: toda la matemática de la sostenibilidad es una matemática no lineal y la única matemática que se enseña es la lineal, la que no nos permite salir de la crisis. Debemos arrancar con la enseñanza de matemática no lineal, donde uno más uno tal vez es siete y más adelante puede ser nueve, no sabemos, todo depende. Alcanzar esta flexibilidad es difícil porque los académicos se comportan tan mal como los MBA…
Es una cuestión de paradigmas, de cosas que nos han enseñado desde siempre y que tenemos incrustadas en la mente…
Sí pero si yo tengo algo incrustado que no sirve ¿para qué lo tengo incrustado? Necesitamos un desafío o una visión.
Un proyecto de economía azul tiene mucho que ver con ética, cuestionable el mundo empresarial…
Todo lo que hago siempre lo dirijo también a los niños, porque ellos no tienen problemas de ética. Hay que asegurarse de que la próxima generación no tenga problemas de doble moral y esto es lo más importante.
¿Ha encontrado ejemplos en los que se aplique la teoría de la economía azul en Latinoamérica?
Varios. Arrancamos en el 94 con los cultivos de los hongos en el desecho del café, en el 98 iniciamos con los programas del uso de la caña guadua para construcción…
En negocios que tienen que ver con la naturaleza es más fácil aplicar la teoría, por lo que se generan desperdicios que pueden ser empleados para otros campos de la agricultura. ¿Ese es el único campo realmente viable?
No, estamos muy metidos en el sector minero, en el metalúrgico, en el electrónico, en el de plásticos, en todo, en esto no hay excepciones. Lo que ocurre es que Latinoamérica tiene una capacidad regenerativa natural tan fuerte que es normal que haya más oportunidades en la tierra. Pero tocamos unos 150 sectores diferentes, que es casi la economía total. El único campo en el que no nos metemos es en el nuclear porque no es competitivo ni a corto ni a largo plazo.
¿Ha estudiado un proyecto que predique la economía azul en Ecuador?
Un proyecto positivo que hemos seguido es el cultivo de las algas espirulinas, a 30 kilómetros de Quito, un componente integral para la lucha contra la desnutrición. En Ecuador hay ingredientes, proyecto como tal no, pero ya tenemos una persona encargada y un equipo de empresarios y políticos interesados. Estamos en camino.