Apasionada por su trabajo. Así es Geovanna García y esa es, según su experiencia, la clave para que un emprendimiento se convierta en un éxito. En 2010 Geovanna emprendió una especie de “experimento artístico” fusionando tres ramas: asesoría de imagen, maquillaje y fotografía, dando como resultado Geovanna García Studio: un lugar donde te puedes inscribir para recibir clases de maquillaje, pagar por una sesión de fotos personalizada o para que esta emprendedora resalte tu belleza con sus brochas, labiales y sombras.
Geovanna de 23 años siempre luchó por conseguirlo todo por sus propios medios. “En el colegio vendía negritos así que obviamente eso no me dio el capital para montar mi estudio. Mis papás me apoyaron al dejarme dar clases en el comedor de mi casa. Ahí sentaba a las chicas frente a pequeños espejos y les daba todos los materiales, pero no era el lugar apropiado para dar una buena enseñanza. No quería meterme a pagar $1.500 de alquiler porque no sabía si el negocio me iba o no a devolver la inversión mensual”, cuenta.
Luego de pensarlo y analizar su situación, Geovanna decidió cerrar el garaje de su casa y adecuarlo para que se convirtiera en el sitio ideal para dar clases de maquillaje y realizar sesiones fotográficas. “Manejar tu propio negocio no es fácil. Nadie te dice esto se hace así, pero yo fui haciendo mi propio sistema de trabajo y lo he ido modificando cuando se han presentado complicaciones”, asegura la emprendedora.
Su pasión por el maquillaje surgió desde muy temprana edad cuando estudiaba ballet. “Desde los siete años sabía cómo ponerme pestañas postizas”, relata. Por eso tomó cursos en la escuela de Priscila Rendón, en donde también pudo estudiar conceptos sobre la asesoría de imagen. Además se inscribió en seminarios internacionales para continuar con su capacitación.
Por otra parte, su incursión en la fotografía se dio por casualidad. “Una amiga me recomendó para trabajar en el Centro de la Imagen (CIAF) -una escuela de fotografía- e ingresé en el área de ventas, publicidad y relaciones públicas. Ahí obtuve algunos beneficios, entre ellos, una beca para mis estudios de fotografía”, explica.
Pero fue cuando Geovanna ingresó a la universidad que empezó a ver estas dos áreas como la posibilidad de un negocio propio. Ahora, esta artista del maquillaje asegura que lo que la diferencia de su competencia es el trato a las personas y la forma en que maneja su trabajo. “Trato de nunca dejar mi trabajo en segundas manos, al menos que sea alguien en quien tenga plena confianza, y de siempre estar ahí para tratar al cliente”.
El estudio de Geovanna funciona por citas. “En clases de maquillaje manejo grupos de mínimo 3 chicas y máximo 8 aunque también doy clases individuales o a parejas”. Además comenta que son alrededor de ocho clientas las que contratan sus servicios como maquilladora profesional los fines de semana y que en el área de fotografía cuenta con un socio, Gabriel Morán, su asistente durante las sesiones de fotos.
Finalmente asegura que un emprendedor que quiera abrir su propio negocio tiene que querer lo que está haciendo y meterle muchas ganas. “Si tienes dudas o no te gusta lo que haces, mejor no te metas porque vas a perder tu tiempo. El apoyo de las personas que más te quieren ayuda bastante pero esto es algo de uno mismo. Si tienes las suficientes ganas y crees en ti, entonces perfecto: dale para delante”.