Uno de los factores clave para la supervivencia de un emprendimiento es la innovación. El continuo desarrollo de ideas y propuestas para un mercado tan cambiante como el actual, es el principal motor que contribuye al crecimiento de la economía de una empresa. Sin embargo, existen ciertos elementos que la atrofian; elementos que impiden su evolución y que le quitan un valor grande al negocio.
Con respecto a este último punto, Javier Megias, especialista en estrategia, innovación y dirección de proyectos, menciona en su portal que existen dos principios que todo individuo debe repensar para interiorizar la innovación: el control y el sentido común.
Según Megias, ambos principios -enseñados como reglas inmutables en el colegio y universidad- son las causas por las que la innovación se paraliza, pues un individuo siempre requiere de un mayor grado de libertad para crear, y de confianza para hacer de lo incoherente algo funcional. No se trata aquí de eliminar mecanismos de control o de obviar el habitual funcionar de las cosas, sino de darle más libertad de pensamiento a la creatividad.
Y acotando unas palabras de Juan Carlos Rodríguez Ibarra en diario El País: “Innovar es acelerar para ser el primero, para llegar antes que los demás a soluciones nuevas. La innovación sólo se puede hacer acelerando, intentando hacer hoy lo que se hará dentro de unos meses. Porque si sólo se hace lo que hoy se necesita, no se está innovando”.
¿Cuáles son los enemigos de la innovación?
Algunos de los enemigos de la innovación, de acuerdo a Megias, son:
Intolerancia ante el fracaso: El aporte de Megias radica en el impacto que tiene una buena gestión del fracaso para la cultura de una empresa. Es verdad que el fracaso duele, pero una vez superado y aprendida la lección, la gente se arriesga más con mayor experiencia. (Leer: ¿Cómo superar un fracaso empresarial?).
Incentivar el trabajo individual: Potenciar recompensas individuales solo beneficiará a unos cuantos y no a la empresa en general. Lo que se busca es un beneficio mutuo, y no solo para las “superestrellas” del negocio.
Metodología pesada: “Si hay algo que desanime completamente a una persona que quiere innovar es la eterna retahíla de formularios, documentos, procesos y presentaciones que debe rellenar. Lo importante es la idea, no el documento”, indica Megias.
Jerarquías muy verticales: Esto repercute en la actitud innovadora de los empleados de una empresa. Por un lado, las personas se acostumbran a esperar que las directrices vengan desde los altos cargos, inhibiendo así su capacidad de tomar decisiones. Por otro lado, se arriesga el potencial de una buena idea sea, pues esta debe pasar por el filtro de los directivos que en muchos casos no la lleguen a entender.