En el mundo laboral de hoy es impensable trabajar “desconectados”. Y es que indiscutiblemente el uso de mensajería digital, sea email, whatsapp u otras plataformas virtuales, han revolucionado la forma de conectarnos y de realizar nuestra diaria rutina.
En esta línea, la rapidez, instantaneidad, ahorro de insumos, la posibilidad de llegar a múltiples destinatarios y guardar los respaldos, entre otros, dan al correo electrónico, sin duda, un lugar de privilegio como medio de comunicación en el trabajo. Sin embargo, también está el lado B de esta herramienta, ya que hoy su amplia accesibilidad potenciada a través de teléfonos u otros aparatos conectados a Internet, ha hecho que se haya desdibujado la frontera entre la vida laboral y la personal.
Algo que explicaría las múltiples iniciativas que han surgido alrededor del mundo y que proponen poner fin al uso del correo electrónico fuera de la jornada laboral, a las que se sumó hace unas semanas Francia. El proyecto de este país busca prohibir el envío de emails referentes a pendientes de trabajo fuera de los horarios asignados para asuntos propios de esta labor, principalmente por el estrés que provoca su constante uso en dispositivos inteligentes, restándonos tiempo de vida privada.
“Una iniciativa como esta, se puede entender desde la mirada de una sociedad estresada por las exigencias de la vida en general y el aspecto laboral en particular. Si uno le atribuye al trabajo y a sus demandas gran parte del estrés que vive la sociedad hoy, podría tener lógica reflexionar sobre iniciativas que ayuden a reducir este estrés”, comenta Luis Yáñez, docente de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Pacífico.
Sin embargo, este derecho a desconectarse podría alcanzarse sin la necesidad de promulgar una ley. Contar con límites consensuados y socializados en toda interacción personal es fundamental y no debiera ser distinto en al ámbito laboral. Los más lógico sería que cada individuo negocie estos límites con su empleador, según su propia realidad.