Decía el mítico entrenador del Liverpool, Bill Shankly, que el fútbol no es “una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso”.
Un gol puede subir el consumo y aumentar el turismo.
Según un análisis de 2006 de un banco holandés, hacerse entonces con la Copa del Mundo podía provocar en el país ganador un incremento del PIB de hasta el 0,7%. Cualquier décima era buena cuando la prima de riesgo nos goleaba en unos mercados que no entendíamos.
Fenómeno Financiero
Los profesionales del fútbol son, en sí mismos, hombres-negocio, hombres-portada, hombres-anuncio (y crecientemente “mujeres”, pues afortunadamente el fútbol femenino empieza a formar parte del fenómeno y también del negocio).
Muchos profesionales llegan a obtener más ingresos por:
- Su imagen
- Las campañas publicitarias
- Sus tuits en redes sociales
- El merchandisings añadido.
Que por su capacidad para regatear, parar o marcar penaltis.
Personajes que tienen que convivir con otras presiones externas e independientes a sus capacidades o habilidades deportivas.
La rentabilidad de un jugador ya no se mide solo por su talento deportivo, sino por todo lo que el club va a poder conseguir con su presencia.
Es ahí donde en Demométrica han desarrollado una metodología que ayuda a los clubs a conocer la proyección social de su imagen.
Pueden saber qué jugador levanta más pasiones o cuál es considerado más cercano o más empático, cuál es percibido como mejor comunicador o más divertido, cuál le genera más confianza, es más moderno, es ante todo un profesional u antepone los intereses del club a los suyos propios, etc…
Y, porque a lo que aspira la investigación es a conocer la verdad, también trabajamos atributos menos positivos, como el concepto del “mercenario”.
En muchos casos, es el propio futbolista el que se usa a sí mismo como icono publicitario, comunicativo.
Es el que ya viene con unos límites establecidos de imagen en sus contratos: una de las disputas más habituales en la contratación de jugadores es la cesión de los derechos de imagen.
Fuente: ipmark