Si buscas negociar o contratar millennials para tu empresa, generación comprendida por los nacidos entre 1980 y 1993, la clave está en entender sus finanzas. Debes saber que más vale que les ofrezcas servicios sin letras chiquitas, pues no las van a leer o las interpretará como sinónimos de algo truculento. Alcánzalos por Facebook y Twitter y no les pidas su lealtad sin comprobar que tu producto o servicio es confiable.
Según el CEO de la empresa de asesoría financiera HighTower, Elliot S. Weissbluth, esta generación no está hecha de flojos, estereotipo al que comúnmente se los relaciona; al contrario, tienen los ojos bien abiertos y están alertas por una muy buena razón: aprendieron, con base en los errores del pasado.
La principal diferencia entre los millennials y el resto de las generaciones, es que no piensan que ser ambicioso sea bueno, como sus padres y abuelos lo hicieron. La ambición desmedida, según Weissbluth, es lo que nos colocó en la situación financiera tan poco provechosa en que nos encontramos actualmente.
Una encuesta realizada por la firma de investigación Pew en Estados Unidos, determinó que los millennials no confían en el gobierno ni en las compañías de asesoría financiera: han visto lo que éstos le han hecho a generaciones anteriores, con pronósticos fantásticos que no les han dado los resultados prometidos y reformas financieras que sólo van dejándolos de mal en peor. El 72% de los millennials no esperan depender de su pensión al envejecer y 42% esperan no recibir ninguna.
Son futuros inversionistas que no están esperando que las grandes firmas financieras tengan una revelación moral, tampoco esperan que el gobierno les haga el favor con una gloriosa reforma laboral.
La lección más grande de esta generación es que no hay garantías. Los millennials no confían, verifican; no hacen negocios con nadie que no se haya ganado su confianza ni lealtad.