A pesar de que no reunía todas las condiciones requeridas para operar la franquicia brasileña Coco Express en Ecuador, Carlos Quintana (47 años) se arrojó encima de la oportunidad. El emprendedor recuerda bien ese año 2003, cuando buscaba una actividad productiva paralela a su trabajo en la desaparecida Shell que le permitiera abrir, en Guayaquil, un negocio propio. Encontró la posibilidad de traer al país Coco Express y, ante el acecho de otros interesados locales, envió un par de mails para luego, cuanto antes, tomar un avión a Curitiba (Paraná), sede por entonces de la marca que buscaba. Regresó de Brasil con un contrato firmado y diciéndose: “bueno, ahora sí vamos a ver de dónde consigo para cumplir estas condiciones”.
Quintana se asoció con su hermano, Gonzalo, y otro inversionista más (que ya no forma parte de la empresa) para invertir cerca de 60.000 dólares y empezar las operaciones de vender agua de coco embotellada, procesada con estándares internacionales de calidad, dentro de pequeñas islas en centros comerciales de la ciudad, Policentro el primero de ellos. Desde aquel entonces, el emprendimiento ha crecido hasta que hoy ya procesa cerca de 40.000 cocos mensuales, produce alrededor de 1.200 litros de diarios de jugo de coco y factura más de 1,5 millones de dólares al año.
El punto de inflexión, explica Quintana, llegó dos años después de instalado el negocio, cuando tomó varias decisiones de golpe, la primera de ellas abandonar su otro trabajo y dedicarse de lleno a propio emprendimiento “Pero no solo eso, Coco Express vino como una franquicia de agua de coco, un sistema innovador asociado a una marca amigable… Pero solo con agua de coco nos íbamos a quedar limitados, así que ampliamos nuestra oferta de productos”, cuenta.
Resultado de esa expansión estratégica, la franquicia comenzó a vender también jugos y helados de coco. “Fue una experiencia interesante porque nunca habíamos hecho eso”, comenta Quintana cuando recuerda que, además de los productos totalmente artesanales que circulaban por la calle, no había una experiencia técnica ni semi-industrial para hacer jugos o helados de coco en la ciudad. “Innovamos”, explica y revela que, hasta hoy, siguen mejorando continuamente su proceso de elaboración.
Una de las grandes ventajas que le permitieron a Coco Express Ecuador un crecimiento tan diáfano como el agua de coco que vende fue, según su propietario, la calidad de la materia prima que se consigue en Ecuador. Además, otro puntal de desarrollo fue la utilización del modelo de negocios, que se mantiene bajo la idea del franquiciado y el franquiciante para las 30 islas a nivel nacional (en 10 ciudades, incluida Guayaquil).
De esta manera, Quintana, que sigue desarrollando planes para el futuro y en la actualidad pretende introducir el agua de coco a los gimnasios debido a sus cualidades hidratantes, ha logrado que su emprendimiento se convierta en un ejemplo latinoamericano. “Hoy por hoy, la matriz de Coco Express en Brasil tiene como ejemplo de modelo de negocios el nuestro. Cualquier país nuevo que esté interesados en adquirir la franquicia tiene que venir a conversar con nosotros primero”, finaliza el emprendedor.