Pamela Dávila tiene 27 años y en noviembre de 2015 inició su emprendimiento. Pese a ser Diseñadora de interiores, su encanto por la cocina la llevó a crear Cilantro, un negocio de bocaditos, piqueos, dips, desayunos y brunchs a domicilio. Un gusto que se lo debe a su padre, asegura. Además, «siempre fui de las que buscaba recetas por hacer», agrega.
Este emprendimiento guayaquileño «fue una idea que ya la había pensado hace algunos años, pero como estaba trabajando en otras cosas no me lanzaba a hacerla todavía», comenta Dávila. Ella recuerda que «un día me moría de ganas de cocinar, empece a hacerlo y a tomar fotos de lo que hacía para subir en Instagram. Sin saber cómo se llamaría mi emprendimiento, estuve casi dos meses regalando comida entre amigos y familia para que prueben».
Encuentra más historias emprendedoras aquí.
Sin duda a la gente le gustó la comida de Cilantro, pues este fue el inicio de un proyecto que en diciembre de 2015 superó las expectativas de Dávila. «Fue el mejor mes sin duda, llegó un momento en el que sentí que ya no podía más. Acepté todos los pedidos que me llegaban, pero no medí hasta cuánto podía hacer», recuerda esto como una dificultad en medio del proceso de creación de Cilantro. Sin embargo, asegura haber cumplido todos.
Esta nueva emprendedora, destaca que más allá de la calidad de sus productos, lo atractivo de Cilantro es cómo muestra los platos en las redes sociales. «Son fotos tomadas por mí desde el celular y me esmero para que la imagen sea algo que realmente provoque , que se vea bien, rica. Me encantaría hacer un curso de food stayling, porque creo que la imagen influye mucho al momento de comprar».
Hoy, Dávila, quien trabaja desde su casa, aspira tener un local para mostrar todos sus piqueos y venderlos desde ahí, además de realizar estudios afines a la gastronomía. También no descarta la posibilidad de emprender en otra actividad, esta vez relacionada a su profesión. «Me gustaría sacar una línea de muebles», dice con ansias.