A la muerte se la ha considerado un tema tabú en la sociedad, de la cual muchos ni quieren hablar. Y más aún si se habla acerca de los cementerios como negocios. Pero el amor por su perrita fallecida, Keiko, llevó a Yessenia Fernández y a su esposo, Edison Burgos, a crear Campo Feliz, un cementerio para mascotas desde noviembre del año pasado en Guayaquil.
Keiko vivió con la pareja de doctores veterinarios por más de 12 años, y como no tenían ningún lugar donde enterrarla decidieron hacerlo en su finca, a las afuera de la ciudad.
Una vez ahí, a ella, junto a su esposo, se les ocurrió crear un cementerio para mascotas. “Tomamos la decisión de hacerlo ya que cuando una mascota fallece muchas veces sus dueños no saben qué hacer con el cuerpo”, dice Fernández.
Campo Feliz y sus dificultades
Cuenta que la creación de su cementerio de mascotas en Guayaquil ha sido un emprendimiento duro, porque sabía que muchas personas han tenido la idea de crear uno, pero no se atrevieron a hacerlo, ya sea por costos, permisos o tiempo.
“Una de las cosas más difíciles fue conseguir el permiso del Cuerpo de Bomberos (Mira: ¿Cómo obtener el permiso de funcionamiento?), ya que no me lo querían dar porque no habían registrado este tipo de negocio. Cuando fui a pedirlo, ellos no me tomaban en serio”, recuerda.
Asegura que su amor por su fallecida mascota la seguía motivando para lograr su objetivo. Después de tanto insistir con el Cuerpo de Bomberos, le otorgaron el documento. Otra de las dificultades para crear Campo Feliz fue el conseguir el permiso ambiental, porque no habían leyes que se acoplaran al proyecto que estaban realizando.
Una vez con los permisos en la mano, tenían que adecuar los 50 mil metros cuadrados de la finca ubicada en el Km 16 Vía a Daule, frente al centro penitenciario la Roca. Para esto tuvieron que invertir alrededor de 170 mil dólares de su propio dinero para todos los implementos que se requieren y para poder mantenerlo. Alrededor de 5 personas trabajan, incluyéndolos, entre personal administrativo y personas que laboran en las tierras.
Hasta el momento, llevan un promedio de 50 mascotas enterradas, pero una vez que pusieron a disposición el horno crematorio, se han dado más a conocer.
Ofrecen sepultura por un valor que va desde los $300 a $600, esto podría variar por el tamaño de la mascota, cremación $170 a $300 y exhumación a un precio promedio de $100 a $200. También ponen a disposición una sala de velación. Cuenta que algunos de sus clientes han llevado sacerdotes o pastores evangélicos que les den la bendición.
También comenta que no hicieron ningún estudio de mercado, ya que el motor para crearlo fue Keiko. “Si lo hubiera hecho – el estudio de mercado- y analizaba todos los trámites y trabas que iba a tener para crearlo, seguramente no lo hubiese hecho”, dice Yessenia.
Para tomar como ejemplo, Edison se fue a Buenos Aires y a la ciudad de México para empaparse más del tema, ya que en estos países ya hay una cultura de campos santos para mascotas.
Dice que su negocio se va adaptando a las necesidades de sus clientes, y ya cuentan con una furgoneta que los ayuda a trasladar el cuerpo de la mascota hasta el Campo Feliz.
Entre los siguientes planes del cementerio se encuentran trabajar con nichos, y dar a conocerse con más personas para que sepan del servicio que ofrecen.