Carlos Luis Botero Trujillo, de 52 años, y sus hijos, Luis Carlos de 24 y Carla de 26, son parte de la cuarta generación de la familia Botero involucrada en el mercado del diseño y fabricación de letreros a través de la empresa guayaquileña Neón y Plástico .
Fue Tiberio Botero quien en 1952 montó la compañía en el país. “Mi bisabuelo trabajaba en letreros en Colombia. En un viaje pasó por Ecuador y se dio cuenta de que en Guayaquil no había letreros luminosos, todo era sobrio o hecho con pintura por lo que decidió radicarse aquí y establecer una empresa de letreros hechos con plástico”, cuenta Luis Carlos Botero, bisnieto de Don Tiberio.
Neón y Plástico se ha mantenido y ha ido forjando su historia dentro de este mercado generación tras generación. El hijo de Don Tiberio también se interesó por el negocio y asimismo lo hicieron su nieto Carlos Luis y ahora sus bisnietos.
En sus inicios, la empresa se llamaba Colombo Ecuatoriana de Neón, luego, en 1952, pasó a ser Ecuatoriana de Neón y fue en 1982 que se convirtió en Neón y Plástico, la primera empresa en fabricar todo tipo de letreros en el país.
La calidad y el sistema utilizado para la fabricación y montaje de los letreros de esta empresa familiar han sido premiados por la revista Signs of the Times & Screen Printing en español, la única publicación en el mundo que cubre las industrias de la rotulación, serigrafía e impresión digital.
Luis Carlos, quien cursa la carrera de Marketing y Publicidad en la Universidad Casa Grande, explica que poner un letrero no es tan simple como parece. El diseño, la arquitectura, ubicación y tipo de construcción influyen en que el acabado final sea el ideal tanto en interiores como en exteriores.
El mundo de los Botero gira en torno al neón, panaflex, leds, letras corpóreas, vallas, señaletica, menú boards, rotulaciones y gigantografias, ya que son estos los productos que ofrecen al mercado además del servicio de mantenimiento y reparación de letreros, diseño gráfico y asesoría técnica. Para los emprendedores detrás de Neón y Plástico lo más importante es satisfacer a sus clientes y en este ámbito intentan perfeccionarse día a día.
El éxito de este negocio, según Luis Carlos, ha sido el seguimiento que se le hace a cada cliente; para ellos todo comprador es igual de importante y debe ser tratado de igual manera. Aunque cuentan con vendedores, son estos tres miembros de la familia quienes, por fidelidad, se encargan de manejar la cartera de clientes grandes y potenciales, entre los que se encuentran Corporación El Rosado, Banco de Guayaquil, Pizza Hut, John Deere, Chevrolet, Sumbawa, Chop Chops y muchas otras marcas de prestigio a nivel nacional.
Recientemente cerraron un trato de 50.000 dólares por local con Hyundai para hacerse cargo de la renovación de 20 de sus concesionarios, pero así como llegó este contrato, hay años que económicamente no son tan buenos. Por este motivo, afirma Luis Carlos, lo principal es dar un buen servicio, tener en cuenta que el cliente siempre tiene la razón y ofrecerles una solución cuando se presente un problema porque eso ayuda a que los vuelvan a contratar.
“Este es un negocio en el que debes estar detrás de cada detalle para que funcione”, comenta Luis Carlos, quien pese a estar consciente de que su empresa tiene mucha competencia -directa e indirecta- está seguro de que la experiencia, tiempo en el mercado, calidad de letreros y servicio profesional son su mejor carta de presentación y los principales factores que los diferencian en el mercado de la rotulación.
Actualmente Neón y Plástico, que emplea a unas aproximadas 17 personas y que se maneja como marca paraguas (una empresa que ofrece varios productos bajo una única denominación para aprovechar el prestigio de la misma), se encuentra en un proceso de renovación, no solo de imagen sino también estructural y eso se debe, en parte, a que una generación joven se está haciendo cargo de mantener la tradición familiar: elaborar letreros, tal como lo hizo Don Tiberio 60 años atrás.