El gusto por la cocina francesa y la necesidad de contar en la ciudad con una crepería tradicional hicieron que Carolina Cobos, colombiana de 32 años, decidiera crear en Guayaquil, Brioche, un emprendimiento gastronómico en el que los platillos estrellas son los creps.
Carolina estudió ingeniera sanitaria ambiental- y trabajó en eso- pero su pasión siempre fue la cocina, por eso decidió estudiarla como segunda carrera. Pudo irse a trabajar por un año en un restaurante de París, tiempo durante el cual logró especializarse en repostería.
Cuando regresó a su país, su novio de entonces, ahora su esposo, se encontraba trabajando en Ecuador y le dijo que su experiencia en el extranjero sería muy buena para los restaurantes nacionales, por eso tomó la decisión de venirse a vivir a Guayaquil.
Y aunque trabajó en algunos restaurantes de la ciudad, Carolina decidió crear su repostería en línea, Avia, mediante la cual hacían los pedidos por Facebook de tortas personalizadas. Pero hace dos años ya venía cocinado la idea de crear su propio emprendimiento especializado en creps.
La idea de Brioche nació hace dos años porque en la ciudad no había una tienda de creps. “Nos dimos cuenta de que Guayaquil es una ciudad grande, donde llegan bastantes extranjeros y creemos que Brioche puede ofrecer una diferencia gastronómica sin la necesidad de ser costosa”, asegura esta emprendedora.
Tras superar varios obstáculo, el primero de julio de este año abrieron Brioche, en un local ubicado en la Kennedy vieja, calle 10ma Oeste #600, entre Francisco Boloña y la H, detrás del Policentro. Cuentan con seis colaboradores, entre ellos su esposo, que es el encargado de la parte administrativa, mientras que Carolina maneja la parte operativa del negocio.
Abren de martes a domingo, de 8:00 de la mañana a 20:30. El crep más caro hasta el momento cuesta $6, que viene doble, acompañado de una ensalada.
En su carta de productos ofertan creps de sal y de dulce, además de repostería francesa, repostería personalizada -esta fue su fortaleza en Avia porque eran postres o tortas al gusto y antojo del cliente- y en las tardes hacen pan artesanal, lo que es un gancho, porque no todos los clientes conocen los creps.
“No queremos imponer comida francesa, porque creemos que Brioche tiene que ser lo suficientemente flexible para incorporar productos típicos de la ciudad, como cangrejo o camarón. Lo que queremos crear es una amplia cultura gastronómica”, dice esta emprendedora.
Tras un mes de haber abierto Brioche al público, Carolina asegura que sí había un grupo que se sentía desatendido: lo dice porque ya tiene una base de clientes recurrentes.