La consultora Zorraquino presenta su estudio “Consumer Trends 2025”, en el que clasifica algunas de las tendencias de consumo más importantes para saber qué es imprescindible en la búsqueda de nuevos significados

Vivimos en una época de profundo replanteamiento, donde la búsqueda de lo esencial se ha convertido en una respuesta natural a un mundo lleno de tecnología, estímulos y productividad. Si bien los avances digitales han mejorado varios aspectos de nuestras vidas, también han creado una desconexión con la autenticidad, convirtiendo lo que antes se consideraba progreso en algo abrumador. En este contexto, los consumidores están redescubriendo lo real y buscando significado y autenticidad más allá de lo fugaz y superficial.

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1. Conexiones reales

En un mundo hiperconectado, la soledad se ha convertido en un problema creciente. A pesar de las promesas de las plataformas digitales, estas relaciones suelen ser superficiales, lo que lleva a los consumidores a priorizar las experiencias personales y las conexiones auténticas. Las marcas tienen la oportunidad de permitir conexiones reales y ofrecer experiencias que promuevan el bienestar emocional en un entorno digital.

2. Dedicación al producto

El fenómeno de los productos y espacios especiales ha trascendido su nicho original y se ha convertido en un movimiento cultural que está redefiniendo el consumo gastronómico. ser conducido tendencias Digitalmente y en las reseñas, ciertos alimentos y bebidas se han vuelto icónicos. El antes exclusivo concepto de especialidad se ha democratizado, transformando lo mundano en algo sofisticado. Sin embargo, la masificación presenta el desafío de no perder la autenticidad de estos productos. Según datos del sector, el mercado mundial del té matcha alcanzará los 6.680 millones de dólares en 2029, y en España los establecimientos organizados de comida rápida han crecido en 2023. Las marcas que logren equilibrar autenticidad y masividad tendrán la oportunidad de liderar un mercado de consumidores más exigente.

3. Orgullo friki

Lo que alguna vez fue un nicho “geek” se ha convertido en un fenómeno cultural global impulsado por las plataformas digitales y la democratización del entretenimiento. Las generaciones jóvenes están abrazando sus pasiones y transformando intereses reservados en un fenómeno colectivo. El auge de los creadores digitales y la viralización de los contenidos han acelerado el relevo generacional de los iconos, fusionando lo virtual con lo físico. Ejemplos como los 169 millones de dólares facturados por Pokémon Company y el hecho de que el 71% de los usuarios de TikTok compraron después de ver productos en la plataforma ilustran el impacto económico. Marcas como Eastpak y Lidl han capitalizado esta tendencia y han celebrado la autenticidad de su audiencia. El orgullo geek está redefiniendo el consumo de entretenimiento y conectando de una manera más inclusiva y diversa.

4. Vida basada en Excel

La moda de la optimización ha convertido todos los aspectos de la vida diaria en tareas y objetivos planificados, dejando poco espacio para la espontaneidad. Impulsada por las redes sociales y las aplicaciones de productividad, esta cultura de hiperproductividad ha transformado incluso el tiempo libre en la búsqueda de objetivos. Con un estimado de 33,7 millones de descargas de aplicaciones de productividad y hashtags como #ProductivityTips acumulando miles de millones de visitas, el fenómeno continúa creciendo. Sin embargo, esta búsqueda constante de eficiencia trae consigo estrés, ansiedad y agotamiento. Aunque el autocuidado se presenta como una solución, muchas veces conduce a obsesiones como la “cosmeticorexia”. En este contexto, aprender a disfrutar el tiempo sin medirlo podría ser el verdadero acto de rebelión.

5. Negocio de datos

En la era de los datos, los datos personales se han convertido en una moneda valiosa, lo que hace que la protección de datos sea una cuestión crítica. Las empresas y administraciones recopilan y comercializan datos, creando un mercado lucrativo que, sin embargo, conlleva importantes riesgos. Casos como la multa a Mercadona por hacer mal uso del reconocimiento facial e incluir a menores brasileños en bases de datos sin consentimiento demuestran los peligros de esta tendencia. La digitalización de documentos y la brecha digital están exacerbando las desigualdades. El dilema es si el uso de los datos justifica la vigilancia encubierta. La “tecnohumanidad” requiere un enfoque ético que proteja los derechos y garantice la transparencia. La verdadera seguridad reside en el control que las personas tienen sobre su propia información.

6. Tecnología por tecnología

En la sociedad digital actual, la adopción de tecnología es a menudo una respuesta al impulso de encontrar algo nuevo o de moda, más que una necesidad real. Este fenómeno de “tecnología por tecnología” puede distorsionar su propósito original de mejorar la vida humana y provocar sobresaturación y problemas como la adicción a los teléfonos inteligentes. Las generaciones más jóvenes sufren una sobreestimulación cognitiva y emocional debido a la sobreexposición tecnológica. En respuesta, las tendencias hacia la simplificación están aumentando, y se valoran métodos más simples y menos digitales, como leer en papel y separarse de las pantallas. El gobierno sueco está asignando 150 millones de euros para restaurar los materiales didácticos en papel, reconociendo los efectos negativos de una digitalización excesiva. El desafío es encontrar un equilibrio que utilice la tecnología con un propósito claro y ético sin perder los beneficios del mundo no digital.

7. Credibilidad en juego

El papel de los influencers en el marketing digital ha sido crucial, pero la saturación de estos perfiles ha provocado una reacción negativa. Buscar validación y revelar una vida perfecta ha socavado su credibilidad y ha llevado al público a cuestionar la autenticidad de los influencers. Este fenómeno ha dado paso al movimiento de la “desinfluencia”, que rechaza el consumismo y la superficialidad propagados por los macroinfluencers y busca contenidos más realistas y alineados con los valores personales. Ejemplos como la campaña “Soy un Autfluencer” de Austria Tourism reflejan esta tendencia. Disinfluence promueve un consumo consciente y crítico que se centra en la autenticidad y la sostenibilidad. Con el hashtag #deinfluencing acumulando 1.400 millones de visitas en TikTok, está claro que el público prefiere el contenido real. Las marcas y los creadores se están adaptando, abandonando el brillo y enfocándose en la autenticidad y una conexión real con su audiencia.

8. Experiencia acelerada

En un mundo donde la información está disponible instantáneamente, la búsqueda acelerada de conocimiento ha creado la ilusión de un conocimiento superficial. El acceso masivo a datos en tiempo real ha transformado el aprendizaje y ha aumentado la necesidad de respuestas rápidas en lugar de una comprensión profunda. Este modelo de consumo instantáneo ha desplazado la reflexión y el error experimental, ingredientes esenciales del aprendizaje real. La urgencia de obtener resultados inmediatos ha reemplazado la mejora continua y la reflexión profunda, que son cruciales para un conocimiento verdadero y duradero. Además, la falta de paciencia y la búsqueda de gratificación instantánea han reducido la conciencia de la importancia de la constancia. La solución no es actuar rápidamente, sino tomarse el tiempo para aprender y pensar, lo que conduce a resultados sólidos y significativos. Este fenómeno refleja un cambio en la forma en que valoramos el conocimiento y nos empuja a repensar la importancia de los procesos lentos y reflexivos para lograr un conocimiento profundo y duradero.

9. Anhelo por lo inexperto

La nostalgia por tiempos pasados ​​se ha convertido en un refugio para muchos jóvenes desilusionados por las crisis económicas y la inestabilidad laboral. Buscan consuelo en la idealización de tiempos percibidos como más estables, especialmente a través de los medios digitales. Sin embargo, este fenómeno puede pasar por alto cuestiones actuales como la crisis climática y la desigualdad global y reforzar ideologías que rechazan la diversidad. Con esta nostalgia viene la tendencia a “imaginar lo peor”, un estilo de vida basado en la desconfianza en las instituciones y la preparación individualista para un futuro apocalíptico. Esta mentalidad promueve valores tradicionales y roles de género convencionales, lo que amenaza el progreso social y exacerba las divisiones. Los medios digitales alimentan esta tendencia y conectan a las personas con una visión común, pero también pueden tener un impacto negativo en la salud mental y promover la polarización social y las ideologías extremistas.

10. Internet está tomando medidas

Internet ha globalizado la solidaridad, especialmente en tiempos de crisis, al permitir que las poblaciones, especialmente los jóvenes, se movilicen a través de plataformas digitales. Las redes sociales facilitan la creación de comunidades virtuales y la participación activa en causas globales, permitiendo a las personas convertirse en voluntarios digitales. Iniciativas como las campañas del Voluntariado en Línea de las Naciones Unidas y de UNICEF muestran cómo las cuestiones locales pueden expandirse a nivel mundial e impulsar cambios positivos. La tecnología amplifica el impacto de cada acción solidaria y muestra que la colaboración digital ha revolucionado la forma en que el mundo responde a las crisis.

Si quieres leer el informe completo del estudio Tendencias de Consumo 2025 elaborado por Zorraquino, haz clic aquí Aquí.



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