Las hábiles manos de los artesanos de Azuay y Cañar convierten a la paja toquilla en un aliado para crear en un implemento imprescindible en estos tiempos de pandemia como son los cubre bocas.
Las toquilleras Ana Villa, Ana Ramón y Blanquita Uyaguari vieron la necesidad de innovar para adaptarse a los cambios extremos y vencer a un enemigo invisible que llegó de sorpresa a nivel mundial.
Al igual que todos, pensábamos que este virus iba hacer pasajero, pero con el pasar de los meses nos dimos cuenta que no era así, entonces tocó buscar alternativas para seguir sustentándose y es allí donde nace el producto novedoso y creativo como es confección de cubre bocas hecho con esa fibra natural para preservar su arte.
El proceso exige mucha dedicación, los tejidos demoran aproximadamente 5 horas y su material debe debe ser tejido con hebras finas, cada pieza es única y lleva consigo un filtro y una tela anti fluido.
Probaron con diseños y texturas, hasta encontrar el grosor ideal de la materia prima que se adapte al rostro de los usuarios y a la vez sea el más idóneo para trabajar.
Estas mascarillas aguantan hasta 40 lavadas con jabón, este material es resistente y no se deteriora al lavarse, incluso su secado es rápido.
“En esta época es muy importante la creatividad y es un material que se adapta fácilmente”, comentó la artesana Ana Villa.
En la actualidad nos ofrecen tres alternativas. La primera es la tejida con paja de tonalidad natural y es la que tiene más demanda, cuesta $3,75, así como la segunda opción que son las teñidas en colores rosado, turquesa y café. La tercera tiene un precio de $5 y están pintadas a mano, figuras de flores, rosas y colibríes.
Las redes sociales se han convertido en sus aliadas para llegar a un público que se muestra esquivo por el virus, pero que no ha perdido interés en adquirir este tipo de productos.
Fuente: Revista Lideres