Este tema social ha transformado la vida de diversas comunidades, impulsado emprendimientos sustentables y fortalecido las economías locales.
Con el tradicional toque de campana, la Cooperativa de Ahorro y Crédito Jardín Azuayo, en conjunto con la Bolsa de Valores de Guayaquil (BVG), anunciaron la segunda emisión de su Bono Social de Diversidad e Inclusión por un monto total de US$20 millones. BID Invest participó como inversionista ancla, mientras que la casa de bolsa Silvercross actuó como agente estructurador. La BVG permitió que la cooperativa se conectara a un mercado que promueve la inclusión financiera.
Esta edición representa una oportunidad para que inversionistas nacionales ayuden a financiar proyectos que empoderen a mujeres, jóvenes y grupos étnicos. Lucas Acig, presidente de la cooperativa, enfatizó que este bono tiene un propósito que va más allá de lo financiero: “Es algo social porque se invierte en sectores vulnerables, especialmente mujeres, comunidades y grupos étnicos que necesitan el apoyo de organizaciones que lo hagan”. tener los recursos para ofrecerles alivio y bajas tasas de interés”. Además, destacó que la misión de la cooperativa es apoyar a estos sectores “con consideración y cariño”.
El bono es parte de la estrategia de Jardín Azuayo para promover y ampliar el acceso al crédito de micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) lideradas por mujeres, personas de bajos ingresos o bajos niveles de educación, así como comunidades indígenas y migrantes en Ecuador. Juan Carlos Urgilés, director general de la cooperativa, explicó: “En línea con el compromiso social de nuestra institución, hemos decidido emitir estos bonos temáticos para dirigir recursos a los sectores más vulnerables”.
A pesar de los desafíos económicos que enfrenta el país, Urgilés enfatizó que el objetivo es invertir en el futuro de la gente: “La tasa de interés para las personas que ahorran y están organizadas es del 12,77%, una comparación con otros de valor muy bajo”. destacó que la cooperativa busca socios muy responsables, ya que estos fondos deben reembolsarse por el equivalente a 20 millones de dólares estadounidenses.
Con 70 agencias en todo el país y más de 785.000 miembros, Jardín Azuayo tiene una sólida posición financiera. Su calificación de riesgo AA+ refleja su fortaleza, representada por préstamos por $1.288 millones, activos por $1.700,54 millones, pasivos por $1.487,85 millones y un patrimonio respaldado por 212,69 millones de dólares.
Por su parte, la BVG reiteró su compromiso con el desarrollo de un mercado transparente, seguro y eficiente. José Antonio Aguilar, jefe de comercio y operaciones de la bolsa, dijo: «Estamos orgullosos de continuar apoyando el desarrollo económico del país mediante la financiación de iniciativas que tienen un impacto positivo en nuestras comunidades».
En la misma línea, el presidente de BVG, Ricardo Rivadeneira, destacó que a través de su plataforma se han negociado bonos multilaterales por valor de $600 millones en los últimos cuatro años. Esto permite estructurar soluciones financieras que cumplan con objetivos sostenibles. “Jardín Azuayo emite estos bonos con compromiso y objetivos claros. Es importante que otros emisores se unan y busquen en BVG una oportunidad para emprender iniciativas similares”, concluyó.
Los empresarios, actores clave de la economía nacional y solidaria
Asomully: Cacao con raíces Kichwa
En 2022, Richard Gómez, director de la Asociación de Producción Agropecuaria de la Zona Costera de Molleturo (Azoproazocosmo), recibió un préstamo de $30.000 a través de Jardín Azuayo. Este financiamiento le permitió adquirir un terreno en el que ahora opera su planta procesadora de masa de cacao y su finca, donde también produce granos secos.
Asomully, la marca de su proyecto, toma su nombre de la etimología kichwa de Molleturo: Mulli, que significa árbol, y Turu, que significa barro. Gómez destacó la relevancia social del proyecto: “La compra de este producto beneficiará a varias familias de las comunidades costeras de Molleturo, productoras de cacao, maracuyá y otros productos agrícolas”.
La instalación no sólo representa un paso adelante en la producción local, sino que también fortalece la identidad cultural y la economía de las comunidades involucradas en este proyecto.
Red de Tejedores de Paja Santa Elena Toquilla
Un claro ejemplo del impacto del Jardín Azuayo es la Red de Tejedores de Paja de Toquilla en la provincia de Santa Elena. Este grupo de más de 100 mujeres ha encontrado en Jardín Azuayo un aliado estratégico para mejorar su trabajo. Herlinda González, directora general del grupo, destacó que desde hace tres años utilizan créditos para adquirir materia prima y diversificar su producción artesanal.
Elaboran productos como sombreros, bolsos y accesorios a partir de paja toquilla, símbolo de la biodiversidad ecuatoriana. Estos esfuerzos no sólo promueven la tradición artesanal, sino que también empoderan a las mujeres de la red. González expresó con orgullo: “Este préstamo nos ayuda a generar ingresos para nuestras familias y nos hace sentir fuertes como mujeres”.
Actualmente, el grupo avanza en la formalización de la Asociación de Mujeres de Santa Elena, un paso importante para ampliar su alcance y consolidar su presencia en el mercado.
Casos como los de Asomully y Red de Tejedoras son un claro ejemplo del trabajo de Jardín Azuayo. La emisión de este bono social permitirá a la institución crear nuevas oportunidades económicas para estos y otros empresarios históricamente olvidados.