La más reciente película de Alejandro González Iñárritu, The Revenant, nos presenta de manera cruda y profunda, aquello que Viktor Frankl, creador de la Logoterapia, denominó como «El poder desafiante del espíritu». La fuerza que se antepone al más intenso de los dolores físicos y/o psíquicos.
La recientemente galardonada como mejor película en los Globos de Oro, nos muestra los diversos contrastes de la naturaleza humana. Principalmente del amor y del odio, dos sentimientos que son igualmente potentes cuando se trata de impulsar a alguien, ya sea para llevar a cabo los actos más nobles o de los actos más ruines.
A continuación, algunas de las lecciones de coaching en The Revenant:
1. “Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre un cómo”. Nietzsche.
En el caso de Hugh Glass (Leonardo DiCaprio), su porque para vivir fue más el compromiso de honrar la memoria y el amor de su hijo, que el odio y el deseo de vengarse de quienes lo dieron por muerto y lo abandonaron.
Creo que el asunto crucial de la película no es la culminación de la venganza (el cómo), sino el sentido de esta (el para qué).
2. La libertad de elegir
Son los momentos de crisis aquellos en los que mostramos de qué estamos hechos. Son la oportunidad perfecta para sacar lo mejor o lo peor de nosotros mismos. Tenemos la libertad de decidir cuál será la actitud con la que enfrentaremos cualquier situación y el sentido que le daremos a la misma.
Por ejemplo, el antagonista de la historia, Fritzgerald (Tom Hardy) decidió dar rienda suelta a su ego y ambición, viendo a Glass como un medio para tener más dinero. Por su parte el joven Bridger (Will Poulter), no lo pensó dos veces para ofrecer -a pesar de los riesgos- su apoyo y cuidados para Glass, incluso renunciando a su ganancia.
3. Enfoque sistémico
Todas y cada una de nuestras acciones y decisiones tendrán una consecuencia. Cuestionar y hacernos cargo del impacto que tienen nuestras acciones y decisiones, nos dará un mayor sentido de responsabilidad y consciencia sobre nosotros mismos y sobre los demás.
Cuando Glass rescató a la mujer india que los franceses tenían como esclava, lo hizo de manera desinteresada, sin imaginarse que ese acto sería el que le salvará la vida cuando los indios tuvieron la oportunidad de matarlo.