El giro de 180 grados en su política de ventas hace pensar que Lego no es tan cuadrada como sus piezas. La compañía de origen danés anunció que cambiará su política de ventas al por mayor y dejará de preguntar a sus clientes cuál será el uso que le darán a sus piezas.
El cambio de estrategia se produce luego de una escandalosa controversia en la que se vio envuelta la marca de juguetes infantiles al negarse a venderle sus bloques al artista chino Ai Weiwei.
La firma dijo que tenía como política rechazar cualquier solicitud que implique que sus productos pueden ser utilizados con fines políticos.
Ai, conocido por sus obras críticas al gobierno chino y uno de los representantes más importantes del arte contemporáneo, los acusó de censura.
Los bloques de Lego serían utilizados por Ai Weiwei para una obra sobre disidentes políticos. Finalmente logró realizarla con piezas donadas por el público y la obra se presentó en Melbourne, Australia.
Lego anunció su nueva política en un comunicado publicado en su página web el martes. En él afirmó que solía pedir a los clientes que justificaran el fin de sus compras al por mayor por «propósito temático» de sus proyectos, ya que no quería «apoyar o respaldar agendas específicas activamente».
«Sin embargo, esas directrices podrían dar lugar a malos entendidos o ser percibidas como incompatibles, así que el Grupo Lego ha ajustado sus directrices para la ventas de piezas a gran escala», dijo.
A cambio de lo anterior, la empresa pedirá que sus clientes expliciten que Lego no apoya o aprueba los proyectos que estos realicen con sus piezas, de ser estas exhibidas al público.