Una pasión que se coció por años dio origen a un emprendimiento que lleva cinco años endulzando alegrías y festejos. Con la premisa de no vender postres, sino un poco de felicidad, las hermanas Cristina e Irene Monge crearon Chocolak Patisserie, un negocio que ofrece bocaditos para eventos, y que ya cuenta con un local en un centro comercial.
En entrevista para El Emprendedor, Cristina nos comenta que su amor por los dulces y la repostería surgió desde temprana edad, cuando ella y su hermana pasaban horas en la cocina junto a su madre, su mayor inspiración en este camino.
En el 2009, las hermanas decidieron dejar esta pasión para transformarlo en su proyecto de vida. Así que, iniciando en la cocina de sus padres, comenzaron con un pequeño negocio de catering de dulces y postres bajo pedido.
“Nuestro propósito como empresa es alegrarle el día a las personas. Siempre tratamos de usar los mejores ingredientes y nunca perjudicar la calidad del producto por tener un mayor margen de ingresos”, señala Cristina.
Tras ver que el negocio iba bien, salieron del hogar de sus padres y se mudaron a un departamento; un año después se mudaron nuevamente a una casa, y finalmente, hace dos años, consiguieron un terreno mucho más grande en la Cdla. Adace (norte de Guayaquil) donde montaron su fábrica de dulces, manejándose con un sistema contable personalizado para su negocio.
Pero como todo emprendimiento, aún más si se inicia a temprana edad, lograr sostenerse por un buen tiempo ha tenido sus sacrificios.
“Comenzar un negocio de gastronomía es difícil porque tienen horarios sacrificados”, indica Cristina, y a la vez aconseja a los jóvenes emprendedores sobre la realidad de tener algo propio.
“Los jóvenes estamos acostumbrados a aspirar los puestos más altos o a ser las estrellas, cuando en realidad uno no debe enfocarse en eso, sino en hacer lo que a uno le gusta porque el resto viene solo… Uno tiene que estar dispuesto a barrer o trapear porque así uno aprende. Para construir algo que valga la pena, hay mucho sacrificio”.
Y el tiempo de sacrificio ha valido la pena para ellas. Según comenta Cristina, el sueño de ambas hermanas siempre fue tener una tienda o un local, pero por cuestiones de recursos, las situaciones “se dieron al revés”, iniciando su negocio con un servicio de catering.
Sin embargo, en septiembre del 2012 comenzaron a realizar sus sueños y montaron su primer local de Chokolat Patisserie en el centro comercial Riocentro Entre Ríos. Este año, además, tienen planeado poner otro local en Mall del Sol, y otro en El Dorado, en La Aurora. “Hemos ido creciendo reinvirtiendo las ganancias”, dice Cristina, las mismas que administran a través de Contífico, un software online de contabilidad.
Chokolat Patisserie ofrece bocaditos (pedido mínimo de 25) para matrimonios, bautizos, primeras comuniones, almuerzos, cenas, entre otros, bajo pedido. Aunque Cristina indica que no hacen tortas de novia, o personalizadas, sí ofrecen otras variades de dulces como macarons, trufas, bombomes, shots o tartaletas.
“La gente debe atreverse a probar cosas nuevas. Es dificil que la gente le interese lo nuevo. Pero eso es un proceso y como cocineros nos toca invertir tiempo y dinero para que la gente lo pruebe”.
En los locales, por otro lado, tienen una selección de estos productos que son los que a la gente más le gusta, y sus precios están a partir de los 50 centavos.
“Para estar en la industria del servicio tiene que tener vocación de servicio, por eso tratamos de formar a la gente de la misma manera” indica Cristina, a la vez que llama al sector gastronómico del país a seguir innovando y ser más abiertos entre todos los profesionales del sector. “Mientras no entendamos que la gastronomía es algo de todos, es muy dificil que salga adelante, incluso como país”.