400 Grados
Equipor de 400 Grados, con su fundador Husseyn Mansouri (segundo de la izquierda).

“Yo quiero que el sabor ahumado esté en el pan”. Ese pedido, que un comprador le hizo hace algún tiempo, entra en la clase de desafíos que al emprendedor Husseyn Mansouri le gusta asumir con su empresa, la factoría de panes personalizados 400 Grados, que se acerca a su primer año de operaciones en Guayaquil atendiendo las necesidades de clientes exigentes, como el exitoso puesto de hamburguesas Mundo Burger y el tradicional local Yogurt Persa.

400 Grados
Equipo de 400 Grados, con su fundador Husseyn Mansouri (segundo de la izquierda).

A sus 27 años, Mansouri comanda las operaciones de un emprendimiento ecuatoriano al que, cada vez que menciona, tiene que explicar en qué consiste la idea de ‘panes personalizados’. Lo aclara en pocas palabras: “Nosotros hacemos panes específicos para cada cliente, es una receta exclusiva para cada uno, o sea, el pan de hamburguesa que le vendo al comprador A no es el mismo que le hago al B”.

Eso sí, advierte el emprendedor, no son una panadería cualquiera, pues no atienden directamente al público que busca enrollados para el desayuno, sino que solamente se enfocan en el sector corporativo. Puestos de sanduches, de hamburguesas, restaurantes y otros proyectos culinarios figuran entre su cartera de clientes, a los que se les hace una oferta de personalización en base a lo que necesitan.

La idea de dedicarse a esto, relata Mansouri, se le ocurrió después de regresar a Ecuador, hace casi dos años, tras haberse especializado en una universidad del extranjero. Estuvo ensayando ideas empresariales en el mercado local hasta que un día, en una visita a Mundo Burger, que luego se convertiría en el primer cliente de 400 Grados, se dio cuenta de que  existía una posibilidad de emprender:

“Le pregunté al dueño qué lo diferenciaba de la competencia y él me dijo que la salsa, que esto… Pero le respondí que la carne podía ser igual, que la salsa se la podían copiar y con el pan podían ver quién era su proveedor y comprar el mismo. Ahí fue que le ofrecí hacer un pan personalizado, con una receta exclusiva para él”

Y es que la propuesta de ofrecer un producto diferenciado, adaptado a las diferentes necesidades de los diferentes compradores, es lo que ha llevado a esta compañía a desarrollarse como tal: comenzó hace ocho meses con solo un trabajador, un panadero, además del fundador; ahora, que la marca empieza a tener un discreto reconocimiento, ya emplea a nueve personas. Y en ese tiempo, la inversión en el negocio ha ido in crescendo hasta llegar a los 150 mil dólares aproximadamente.

Mansouri confía en el retorno de ese capital porque, aunque no revela números, dice que su empresa “está progresando”. Tanto que hasta planea mudarse a un taller más grande del que tiene actualmente, que funciona en un espacio alquilado a otra fábrica de comida, pues los pedidos –que hasta han llegado de otras ciudades, pero no ha querido aceptar aún- aumentan de volumen como si el negocio estuviera irrigado con la misma levadura que sus panes.

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