Para que la fiesta de Halloween se implante en la sociedad y tenga el éxito que tiene hoy en día, se han tenido que construir una serie de factores.
«Cada año se escuchan muchas críticas en contra de esta “fiesta importada”, aunque si nos ponemos a pensar no es más importada ni más extranjera que la celebración de San Valentín. Por mucho que nos empeñemos y pensemos que es una adaptación a las costumbres locales, cada país adapta una celebración en función de lo que al comercio le interesa. Y claro los comerciantes se dieron cuenta que el día de los difuntos o el del escudo, generaban pocos ingresos, así que nada mejor que celebrar una fiesta más lúdica y festiva. ¿No crees?» (Florent Santos en Marketing Directo).
Entonces, ¿cómo la sociedad ha mezclado el marketing y Halloween en un mismo día?
La fecha en sí misma es lúdica. Esto provoca en la mente de los consumidores una cierta predisposición al consumo, el estar de fiesta nos anima a todos, también al consumo.
La fecha es adecuada. Una vez repuestos de los gastos del verano, se hace perfecta una fiesta antes de Navidad, pero lo suficientemente lejos de ella como para que no condicione ni limite el consumo.
La fiesta no tiene connotaciones políticas. Con lo cual el número de personas a las que puede llegar es enorme, porque es una fiesta “para todos”.
La fiesta no conoce la edad. Pues niños, jóvenes y adultos disfrutan de ella. Compramos disfraces, adornos, dulces…etc.
Los comerciantes aúnan esfuerzos. Todos los comercios decoran sus escaparates para la ocasión, los bares ofrecen menús, se venden disfraces, los supermercados venden chocolates y golosinas con formas de calabaza, incluso los colegios decoraron las instalaciones por este día.
