Para muchas escuelas de negocios, la historia de Red Bull es uno de los casos más exitosos en cuanto a marketing se refiere, pues esta marca logró crear una nueva categoría que ha conseguido posicionarse en diversas industrias del mundo.
Red Bull, valorada en 7.5 billones de dólares (según Forbes) y presente en más de 167 países, fue creada por el austríaco Dietrich Mateschitz en la década del 80, y con su aparición creó un concepto único de marketing: el de las bebidas energizantes.
Hasta el 2014, la compañía ha vendido más de 5.6 billones de latas, pero su éxito no solo radica en la venta de las bebidas; la marca ha logrado también expandir su fronteras a otras industrias, como el entretenimiento, los deportes y algunos deportes extremos.
A continuación te presentamos los inicios de esta marca pionera en las bebidas energéticas.
¿Cómo inició Red Bull?
La historia de esta marca comenzó en 1982, cuando Dietrich Mateschitz descubrió en Tailandia una bebida local que ayudaba a evitar el jet lag (descompensación horaria, en español) producido por sus viajes de negocios.
La bebida, llamada Krating Daeng (“búfalo rojo de agua”, en español), era un popular tónico que se vendía en las gasolineras tailandesas y su ingestión prevenía que los conductores se duerman mientras estaban al volante.
Pero la idea de convertir esta bebida en un producto comercial surgió tras leer un artículo en Newsweek sobre los hombres que pagaban más impuestos en Japón: no era el presidente de Sony ni el de Toyota, sino un tal ‘Taisho’ que fabricaba una bebida llamada Lipovitan.
Así fue como Mateschitz, pensando en aquella bebida de Tailandia, se asoció a un empresario tailandés llamado Chalerm Yoovidhya -que producía el Kratin Daeng- y entre 1984 y 1987 trabajó arduamente para crear un nuevo mercado para este nuevo producto.
Y finalmente en 1987, lanzó su versión de Krating Daeng en Europa bajo el nombre de Red Bull (“búfalo rojo”, en español), el cual fue una bebida carbonatada y menos dulce.
Si bien al principio el producto no tuvo el éxito esperado (precio más caro que las bebidas refrescantes y problemas con la embotelladora), y muchos los consideraban para el fracaso, Mateschitz salió de aquella fase de pérdidas en 1990, y tres años después se lanzó al mercado exterior: Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, España, entre otros.
Para muchos expertos en marketing, el gran acierto de Mateschitz fue llamar a su producto “una bebida energética”, pues Red Bull se convirtió en la primera marca en rellenar este vacío en la mente del consumidor.
Además, como comentó el profesional en esta rama, Al Ries: “los nombres simples funcionan mejor cuando definen una nueva categoría”. Fue así como Red Bull aún funciona como nombre de la categoría incluso más allá de sus ingredientes.
Y pese a que la marca ha estado en algunas polémicas por cuestiones de salud, especialmente por los efectos desconocidos de la taurina que es una sustancia prohibida en varios países (en Francia estuvo prohibida por 12 años debido a la preocupación de las autoridades sanitarias), Red bull aún sigue posicionada como la marca de bebidas energizantes más vendida en el mundo, acaparando la mitad del mercado estadounidense y casi el 80% en otros países.